Este martes, el Gobierno explicaba el crecimiento de la economía española en el tercer trimestre del 3,8% en el mejor desempeño del sector exterior. Pero este miércoles ha venido el tío Paco con las rebajas. El Banco de España señala que el déficit exterior se ha incrementado un 30% en los ocho primeros meses del año. ¿En qué quedamos? Existe una pequeña mejoría en las economías europeas que han permitido un ligerísimo repunte de las exportaciones.

Pero en paralelo, las importaciones también han crecido como consecuencia del fuerte incremento del comercio mundial. Y el balance es claramente negativo. Perdemos cuota de mercado internacional, sufrimos amenaza a nuestro sector exterior. Y por si fuera poco, la puntilla, nos hemos convertido en emisores de remesas de inmigrantes en lugar de receptores. El balance no puede ser más negativo. Y lo malo no es que no podamos financiarlo, porque efectivamente, la moneda única amortigua el desequilibrio. El problema es que el dato evidencia la absoluta pérdida de competitividad de la economía española.

Y mientras eso ocurre, el gobierno trata de mentir diciendo que el sector exterior está mejorando, mantiene paralizadas las reformas estructurales hasta al menos la próxima legislatura, fracasa en su plan de dinamización económica e insiste en que invierte más y mejor en I D i. ¿Si? Pues no se nota.