Ya explicamos por qué Hispanidad se había negado a emitir el anuncio "Un mundo mejor para Joana", campaña del Foro de Reputación Corporativa, que reúne a 11 de las mayores empresas españolas (falta el Santander, decisión que le aplaudo con entusiasmo. Hasta el señor Botín, de vez en cuando, y sin que sirva de precedente, merece algún aplauso). No lo admitimos porque es una campaña que huele al lobby de población –o sea, de antipoblación- de Naciones Unidas para introducir de rondón lo de siempre: la salud reproductiva, el nuevo derecho humano que vende la ONU desde los tiempos de Kofi Annan, cuando la organización cayó en manos del mencionado lobby.

Y es que el Nuevo Orden Mundial (NOM) –regido por una especie de alianza entre progresistas y plutócratas, cada vez más identificados entre sí-, que hasta ahora ha vivido de los organismos internacionales, es decir de los fondos públicos, ha dado un salto cualitativo y pretende –y lo está consiguiendo- liar a la empresa privada. De esta forma, dispondrá de dos fuentes de financiación: la estatal y la corporativa, la pública y la privada.

Ese "liar" a las empresas privadas se llama Pacto Mundial, cuyos mentores se han reunido la pasada semana en Ginebra, bajo la presidencia del secretario general de Naciones Unidas, Ban ki-Moon, y en la que ha tenido una intervención destacada el mencionado Foro de Reputación Corporativa, es decir, las 11 empresas que lo componen y que copan los primeros puestos de la industria española. Por eso, en Ginebra, luchando por un mundo mejor, se encontraban los más eximios representantes de las empresas miembros del Foro: Repsol, Telefónica, BBVA, Ferrovial, Novartis, Abertis, Agbar, Iberdrola, Gas Natural, Iberia y Renfe.

Todos ellos, y casi dos centenares de multinacionales de todo el mundo firmaron la "Declaración de Ginebra" (al NOM le encantan las declaraciones; dentro de poco, no quedará una sola capital en el mundo sin su correspondiente Declaración, de igual forma que ya no quedan días en el calendario: cada uno está dedicado a una noble causa), la misma tontuna de siempre pero con otro nombre. Un detalle: el PSOE de ZP logró colocar a uno de sus profetas del Nuevo Orden, Manuel Escudero, personaje más peligroso que una piraña en un bidé, al que habría que añadir a Joaquín Garralda, del centro de formación de empresarios más "progre" que existe en España, el Instituto de la Empresa, que, por progre, cuenta con un patrimonio inmobiliario en la zona más cara de Madrid. Y es que el desarrollo sostenible, especialmente el que sostiene el patrimonio personal, exige muchos esfuerzos.

Vamos con las trampas, porque en esta sopa de letras -Pacto Mundial, desarrollo sostenible, Planeta Tierra, Un mundo mejor, Proyecto Gran Simio, etc- es un verdadero churro: complicado y simple a un tiempo. Bajo esos principios nobilísimos: universalización del aborto –vendida como los nuevos derechos humanos, bajo el nombre de derechos reproductivos y autonomía de la mujer, que significa justamente eso que está usted pensando- y explotación laboral, vendida como globalización y extensión de la riqueza en el mundo.

Sí, los poderosos del mundo, que desde el ocaso de las ideologías no son otra cosa que los plutócratas, es decir, el NOM, venden ecología y globalización por el mismo precio, y no tienen ningún problema es recordar que el libre comercio genera prosperidad y en vendernos las ventajas de la libertad de mercado. Y eso sería bello e instructivo, de no ser porque libre-comercio, para la gente del Pacto Mundial, significa levantar las fronteras a los capitales y los productos, pero no a los trabajadores. Los del Pacto Mundial exigen a gobiernos y empresas lucha sin denuedo contra la corrupción, pero no le explican al Gobierno de Bangladesh cómo pueden competir con Occidente sin pagar salarios de subsistencia, mientras ese mismo Occidente le exige que compre sus productos pero no admite a sus inmigrantes.

Eso, sin olvidar que los productos occidentales juegan con ventaja, especialmente en alimentos, dado las leyes agrícolas vigentes en la Unión Europea y en Estados Unidos que desvirtúan cualquier globalización justa. Vivimos una globalización ‘progresista' donde los ricos juegan con las cartas marcadas.

No sólo eso. La segunda cuestión es que el Pacto Mundial, al igual que el mundo mejor para Joana, juegan con la igualdad de género, la autonomía de la mujer y otros eufemismos que llevan –entren en Internet y lo comprobarán- a un rosario de documentos ONU enmarcados bajo el principio de los derechos reproductivos. Y es que el NOM ha asumido el principio de uno de sus más eficaces instrumentos, Naciones Unidas: la manera más rápida de reducir la pobreza es reducir el número de pobres, a ser posible antes de que nazcan, que así no protestan. El principio incorpora, además, la enorme ventaja de que combatir la pobreza combatiendo a los pobres, lo que nos permite a los países ricos del mundo no repartir fortuna con los pobres y mantener nuestro nivel de vida. Está clarísimo: si en lugar de darle alimentos, educación y propiedad privada (el hombre no progresa materialmente hasta que no es propietario, sea de mucho o de poco) a una mujer africana le proporcionamos anticonceptivo o simplemente la esterilizamos, aumenta la eficacia en la lucha contra la marginación. Está clarísimo.

En el fondo, el NOM pretende instaurar un mundo basado en la implantación de las dos lacras contemporáneas: aborto y racismo. Este es el "mundo mejor" que el Pacto Global, con la connivencia de alguna de las grandes empresas españolas, quizás no demasiado enteradas del trasfondo del asunto, pretenden para la pobre Joana, a mayor gloria de la plutocracia imperante. Es sabido: a la riqueza por el progresismo.

Por eso me sabe fatal escuchar a un de los tipos más brillantes de la empresa española, el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, pronunciar palabras tan hueras –al menos cuando se conoce la trastienda de la cuestión-, en su calidad de presidente de turno del Foro de Reputación Corporativa, como las pronunciada en Ginebra, en la famosa Cumbre Trienal del Pacto Global: "El desarrollo económico ha contribuido de forma desigual a la prosperidad y al bienestar social en el planeta, por lo que el desafío actual es hacer extensivo este bienestar económico en todo el mundo".

Como dijo el castizo al leer aquello de "Se vende este piso": ¿A que no?   

Eulogio López