Luego, en la recepción en la copa del Rey de Vela, Su Majestad no pudo evitar su presencia e incluso una foto de sus tres hijas con sus cónyuges -salvo el separado Marichalar, se entiende-, pero el Rey trata de aparecer lo más lejos posible de doña Letizia, quien consigue sacarle de quicio con sus minifaldas y demás indumentarias progresistas.
Y no es que al Monarca le molesten las minifaldas por sí mismas. Lo que le molesta es que su nuera le rete llevando minifaldas cuando no debe, por exigencias del cargo. Sabedora de ello, su señora nuera acentúa su vestimenta y sus gestos agresivos… porque se ha cansado de esperar. No quiere que le ocurra como a Carlos de Inglaterra. Quiere ser Reina de España ya. Sí, reina, porque ella no se considera aspirante a reina consorte, no señor: es una intelectual.
Tenemos un Rey harto de lo que considera ingratitud de sus próximos, de la clase política y del conjunto de la ciudadanía, y que, sencillamente, no soporta a su nuera y, por esa razón, mantiene una relación distante con su hijo. Pero, al mismo tiempo, es un monarca que no está dispuesto a abdicar para que le depositen en el rincón de la historia y del palacio.
Por eso… y porque no tiene impedimento alguno en que reine su hijo: lo que no quiere es que reine su nuera.
La lectura del Hola es obligatoria para el análisis político en España, vaya que sí.
Eulogio López
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