El presidente de la CNMV envía una carta conminatoria a los dircom para imponer normas en reuniones con analistas y en ruedas de prensa. La censura abarca las reuniones mantenidas en el extranjero.
Probablemente la tendencia más destacada de los mercados financieros en el momento presente es la de que la cotización de las empresas en las bolsas es el principal valor quizás cuando hablamos de valores nos refiramos a eso- con el que cuenta la sociedad. Nada puede alterar la cotización de un valor en un mercado organizado, verdadero altar del dios-mercado. Nada, ni tan siquiera la información veraz.
Manuel Conthe, con vocación de sacerdote del dios-mercado y cuyo cargo actual es el de presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se ha empeñado en apoyarse en ese principio para controlar la información económica en su totalidad, y para implantar la censura previa tanto a periodistas como a empresa, especialmente a los directores de comunicación de las sociedades cotizadas.
La cosa empezó con la transposición la legislación española de la Directiva comunitaria de abuso de merado e información privilegiada, transposición comenzada por el Gobierno Aznar y finalizada por el de Zapatero, y que mantiene el mismo principi un periodista puede ser condenado por publicar una información, aunque sea cierta, si esto provoca una alteración de la cotización de un valor aunque la intromisión sea cierta. Si esta asombrosa normativa, que provocó una fuerte oposición de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) no ha provocado ningún escándalo todavía es porque no se ha aplicad a ningún periodista se le ha condenado por publicar información veraz. Ahora bien, la norma pende sobre la cabeza de los periodistas como una espada de Damocles.
Ahora Conthe da un paso más. En nombre, cómo no, de la persecución de la información confidencial. El presidente de la CNMV se entromete en la gestión interna de la empresa en particular en la figura de los directores de comunicación (DIRCOM) una figura cada día más relevante en la economía actual, que no en vano se desenvuelve en la llamada sociedad de la información. Conthe ha enviado a la Asociación de Directores de Comunicación españoles, que lidera Borja Puig de la Bellacasa, una carta conminatoria en la que somete su actividad a la inspección de de sus propios funcionarios de la CNMV. A pesar del contenido (que en pocas palabras trata de someter a censura previa la actividad de los dircom, al igual que la transposición de la directiva somete al censura previa de la CNMV el trabajo los periodistas) Puig de la Bellacasa parece animar el proyecto y se ha limitado a remitir la carta de Conthe a sus asociados interesados para que expresen su opinión. Algunos de ellos consultados por Hispanidad, afirman que Conthe quiere terminar con los directores de comunicación y que, desde luego, no pueden aceptar estar sometidos a lo que digan los funcionarios de la Comisión. Otros, afirman que seguramente la normativa no se ejecutará, como ocurrió con la directiva antiprensa, pero, naturalmente, ninguno se atreve a hablar en voz alta.
La carta no tiene desperdicio. Ni en el Antiguo Régimen se establecía un una censura previa tan rígida. La Comisión pide tener un especial cuidado en el turno de preguntas, tanto en reunión con analistas como con periodistas. Naturalmente, tanto la rueda de prensa como las conferencias con analistas pierden todo su sentido si se controlan las preguntas. Par eso, mejor suprimir ambos actos y enviar un comunicado.
Al final, Conthe somete la labor informativa de las empresas a su propio a la Comisión.
Y, por el momento, nadie ha solicitado su dimisión.