La Asociación Española de Financieros y Tesoreros de Empresa (ASSET) decidió otorgar uno de sus galardones anuales a Magda Salarich, directora comercial de Citroën para Europa. El acto se celebraba el Hotel Intercontinental de Madrid y estaba prevista que durara 30 minutos, antes de pasar a la cena. Por ello, los premiados no tienen más que hacer un minidiscurso de minutos, más que nada para que los camareros puedan servir la colación.
Pero Magda es especial, muy especial. El personal se dio cuenta de que algo fallaba cuando la vieron encaramarse al estrado armada con un buen mazo de folios que se puso a leer como si de una novela se tratara. Y lo era: era la novela de su vida. Es más, los presentes se sintieron muy interesados por el vidente que le dijo que iba a triunfar con algo de camiones (se equivocó totalmente, lo de Magda son los turismos). Es sabido que a los tesoreros les encantan las historias de videntes, su profesión se presta a ello.
Ahora bien, ni los más galantes pudieron evitar un revelador respingo cuando Magda, no contenta con el papiro, introdujo en su intervención un power point. Al final, las fuentes discrepan, unos dicen que su intervención alcanza la hora de duración, mientras otros aseguran que la sobrepasó. Pero, al final, se lo aseguro, todos cenaron. Los únicos enfadados eran los camareros, gente procaz y de baja ralea como todo el mundo sabe. Los tesoreros mantuvieron el tipo como unos verdaderos héroes. Probablemente, porque nadie estaba dispuesto a marcharse sin cenar.
Uno de los asistentes recordaba que no veía nada igual desde su juventud, en aquel acto de un joven y prometedor Manuel Fraga, quien se plantó ante un grupo de analistas financieros y practicó la técnica opuesta, asimismo brillantísima, de la de doña Magda. Como no se había preparado nada, y en aquella época no existía el power point don Manuel afirmó, muy convencido, eso sí: Señores, como aprendí de mi padre, si quieres ser felices como me dices, no analices, muchacho, no analices.
Y pasó al coloquio.