El ministro de Economía, Pedro Solbes, no quiso o no supo cuantificar, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, ni los costes, ni los beneficios, ni el calendario de actuaciones del denominado Plan de Dinamización. Algún ingenuo debió de pensar que se trataba de retrasar el invento para no pisar la rueda de prensa de presentación oficial, prevista para hoy martes 1. Pero pinchó en hueso. Ni el secretario de Estado de Presupuestos, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ni el secretario de Estado de Economía, David Vegara, quisieron concretar.
Vegara explica que los costes son poco significativos presupuestariamente. En cuanto a los beneficios, nadie quiso evaluarlos, aunque Sebastián anuncia que se comenzarán a sentir en la presente legislatura. Estamos ante la oportunidad histórica de situarnos a la cabeza europea en materia de productividad, señala pomposo Sebastián. Pero no contesta a las previsiones de efectividad del Plan.
En Irlanda se produjeron efectos muy rápidos y nosotros confiamos que se puedan observar en un plazo razonable, señala Sebastián. Se le olvida que Irlanda emprendió una agresiva reforma fiscal junto a sus reformas estructurales. Y no parece que este Ejecutivo esté por la labor de recortes fiscales. Solbes insiste un día sí y otro también que se debe garantizar la suficiencia financiera. Súmenle a este aserto la falta de confianza en las bondades de la curva de Laffer y el resultante es ausencia de recortes fiscales.
¿Alguna previsión de mínimos?, insistimos los plumíferos. Eso es imposible porque este Gobierno es un Gobierno de máximos, responde el Ejecutivo. Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía.