Este jueves, el europarlamento aprobó el VII Programa Marco de Investigación, con un presupuesto de 50.000 millones de euros para el período 2007-2013. Entre los temas más discutidos se encontraba la posibilidad de utilizar fondos comunitarios para la investigación con células madre embrionarias a pesar de que esta investigación esté prohibida en algunos países miembros.
Finalmente se aprobó una enmienda falsamente de consenso. Se podrán destinar fondos comunitarios para la investigación en aquellos países donde sea legal. De esta forma, supuestamente, se salva la soberanía de los estados miembros. Pero en la práctica, se viola vilmente. Porque se obliga a los estados donde la investigación embrionaria está prohibida a financiar proyectos en otros estados donde está permitida.
Y habrá que recordar por qué está prohibida. El embrión es un ser humano en su fase preimplantatoria. Aprobar la investigación con este material es regresar a los campos de concentración nazi o a las investigaciones genocidas. Por eso Alemania siempre ha sido un estado contrario a semejantes prácticas. El genocidio nazi sigue presente en su memoria colectiva y el nunca más hace que semejantes prácticas no sean ni siquiera cuestionadas.
Pero la burocracia ha impuesto su maquinaria. Lo mismo que ocurriera con el defenestrado Rocco Butiglione. La agenda laicista se impone en una eurocámara presidida por un Borrell al que le molesta bastante el hecho religioso. Aunque en realidad no se trata de disquisiciones religiosas sobre el momento en el que Dios infunde el alma, sino más bien de cuestiones morales, accesibles a todo hombre o mujer de buena voluntad que valore la vida humana en su dignidad.
Predicar los derechos humanos y defender la investigación embrionaria resulta incompatible. Pero la coherencia no es precisamente el activo ni del Gobierno español ni de la eurocámara. La situación española es más sangrante. No sólo ha apoyado la resolución, sino que ha promocionado en España la investigación embrionaria financiada con fondos públicos.
Lo venden como modernidad y progreso. Pero la realidad es que las células madre embrionarias no han logrado curar a un solo paciente y las posibilidades de curación resultan bastante remotas, según señalan los entendidos. En cambio, las células madre adultas no sólo están funcionando a la perfección, sino que están curando ya a centenares de personas. Y más allá de la eficacia, habrá que preguntarse si sería lícito sacrificar a un ser humano para salvar a otro. Europa ha retrocedido moralmente a la época de esclavitud. No resulta extraño que el proyecto europeo haya quedado aparcado hasta el 2008. Ninguna sociedad decadente ha sido capaz de plantearse grandes proyectos.
Luis Losada Pescador