Esperanza Aguirre busca un sustituto para Manuel Soriano, y piensa en Pedro Antonio Martín Marín

 

Ocurrió la pasada semana, en el restaurante Castellana 179, ubicado justamente ahí. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se reunía con el director general de Telemadrid, Manuel Soriano, y con su principal equipo de directivos, entre ellos Ramón Pradera, Rafael Ortiga (asesor ya incorporado) y Vizcaíno. Aguirre le dijo, en pocas palabras, que Telemadrid no funcionaba. Intentó mediar Soriano, afirmando que los allí presentes eran los responsables del fracaso, pero no hizo más que entorpecer las cosas. Aguirre se puso dura, durísima, y le espetó:

 

- No, Manolito, el único responsable eres tú.

 

Uno de los presentes abandonó la cena comentando que a Soriano le quedaba poco tiempo de vida en Telemadrid. Aguirre es consciente de que el panorama televisivo ha dado un vuelco. Con el PP en el poder, la televisión pública, así como Antena 3, loaban al Gobierno. Sólo Tele 5 mantenía una postura crítica, más que nada para diferenciarse del resto. Pues bien, ahora la televisión pública loa a Zapatero, y con mayor desparpajo, todo hay que decirlo, Tele 5, quizás porque el hombre es un animal de costumbres, se mantiene en su actitud anti PP, mientras el partido de Rajoy mira de reojo a una Antena 3, ahora propiedad de José Manuel Lara, quien se encuentra más presionado por la Tripartito catalán que por los chicos de Génova. Y además, con Maurizio Carlotti como hombre fuerte, un Carlotti a quien la política le importa un rábano.

 

En esa situación, Telemadrid cobra una especial relevancia.

 

Además, hay que hacer una precisión. No es que Manuel Soriano haya metido la mano en la caja. Lo que ocurre es que está fichando a gente y cobrando a productoras, que parecen empeñados en dejarle mal. Por ejemplo, en los pasillos de Telemadrid se habla de la nueva comedia de situación (¡ojo, diaria!) de carácter familiar adquirida a razón de 50.000 euros diarios, cuando vale en el mejor de los casos, la mitad.

 

¿Y qué decir de Alcalá-Club, esa gala que nadie sabe en qué va a consistir, que se ha llevado la productora Martingala, en cuyo accionariado, por cierto, figura el ex ministro Pío Cabanillas?

 

O aquello de ofrecerle un programa de debate a Isabel Sansebastián y luego contratar como asesor a Antxón Sarasqueta sin avisar a la primera, experta en rebelarse en nombre de la libertad de prensa contra el poder constituido.

 

El fichaje de Marta Robles tiene poco peso, porque nueve de cada diez asuntos tratado por la popular locutora tratan alrededor del sexo. Más contenido tenía el magazine de Belinda Washington, una periodista bastante más seria y con buena audiencia… pero ya a alguien se le ha ocurrido sustituirla por Cristina Tárrega (conocida como Cristina "Tórrida", por razones evidentes para todos los televidentes), una de las representantes más significadas de la tele-basura española.

 

Pero todo ello hubiera resultado algo menor si no fuera por el desastre de los Informativos. Soriano apostó por el telediario de autor con Germán Yanke en horario estrella, olvidando que lo divertido no es lo contrario de lo serio, sino de lo aburrido, y Yanke logró hundir la audiencia de los Informativos de Telemadrid. Ahora, Yanke ha sido desterrado a la media noche (eso sí, emitirá durante hora y media) y para sustituirle, Soriano apuesta por Luis Mariñas… un periodista procedente del Felipismo, aunque, eso sí, un rostro popular. La verdad: no es de extrañar que Aguirre esté ligeramente enfadada. En Telemadrid está fracasando el modelo de televisión del Partido Popular. Y hay quien piensa en recuperar a Alfredo Urdaci, el ex director de los Informativos de RTVE, objeto del mayor linchamiento profesional que se recuerda en España tras la caída del PP.

 

Sin embargo, se merezca o no el ceso Manuel Soriano, el candidato con más posibilidades a sustituirle es Pedro Antonio Martín Marín, ex secretario de Estado de Comunicación y uno de los hombres de confianza de Esperanza Aguirre. Marín acaba de abandonar la Presidencia de Hispasat por propia iniciativa, aunque muy presionado por el nuevo Gobierno, que no le perdona su etapa en Moncloa. Pedro Solbes llegó a dudar de su capacidad técnica, a pesar de que la mejoría de cifras de Hispasat fue más que elocuente mientras estuvo al frente de la empresa de satélites.