Sr. Director:
En el articulillo "Soy mujer, qué más puedo pedir" (Claudia Salas. Fluvium.16-4-2011), se lee: "Definitivamente no es la capacidad menos importante ésta de las mujeres: podemos ser madres (…).

 

La unión, la comunicación que se produce entre la madre y el bebé desde antes de su nacimiento, sentir que va creciendo, que comienza a moverse, que se alimenta a través de nosotras, que depende de una es un tesoro y una fuente de realización y felicidad increíbles (…), y si no tuviésemos ninguna otra cualidad, bastaría esto para que ser mujer valiera la pena. Y si lo juntamos con todo lo demás. ¡Díganme qué más se puede pedir!".

Por eso, la pena de la que aborta, no tiene límite temporal. El papel del padre también es muy importante, complementario, pues los hijos son de ambos y cada uno, madre y padre,  tiene una misión insustituible. El Papa escribió sobe el valor de la mujer (Mulieris dignitatem), y espero que pronto aparezca algo sobre el varón. Siempre se ha apreciado el papel del padre; pero, por su ilógica ideología marxista de lucha de sexos o ideología de género, el feminismo radical se ha empeñado en desfigurar la figura paterna para borrarla del mapa, una figura tan necesaria: incide no sólo en la economía; también, en la seguridad de los hijos y en el sosiego interior de la mujer, que lo proyecta en la prole.

Josefa Morales de Santiago