Como se sabe, se está celebrando en Cannes (Francia) la cumbre del G-20, es decir, la formada por 19 países, más la Unión Europea, donde se reúnen regularmente, desde 1999, jefes de Estado (o Gobierno), gobernadores de bancos centrales y ministros de finanzas.
Conviene recordar que dentro de ese G-20 está Italia, (como integrante del G-8: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Japón, Reino Unido y Rusia). Pues bien, en esta cumbre, Italia ha aceptado que la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) supervisen la aplicación estricta de las medidas de ajuste que le exigieron la semana pasada al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Unas medidas que, por ejemplo, contemplan reformas de pensiones, laborales y estructurales y que recuerdan a las que también la UE exigió a los griegos como condición para ser rescatados con el Fondo Europeo de Estabilidad.
Poco después lo confirmaba el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso: el Fondo Monetario Internacional supervisará trimestralmente, junto con la Comisión Europea, la economía de Italia para garantizar que aplique los ajustes y las reformas anunciadas para reducir su deuda y estabilizar la crisis de deuda.
De esta forma, asistimos a la pérdida de soberanía nacional de Italia, algo que Berlusconi ha intentado desmentir esta mañana con otras palabras más suaves y asegurando que sólo pedirá "consejo" a la UE. Y es que debe ser muy humillante para un primer ministro y para un país quedar casi como mero protectorado de otros.
Ya van dos países que han perdido su soberanía a manos de un organismo supranacional que les controla: Grecia e Italia. En el primer caso, la troika -formada por la Comisión Europea (CE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE)-; en el segundo, el G-20.
¿Cuál será el próximo?
Esperemos que no sea España...
José Ángel Gutiérrez
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