Estados Unidos apoya a China y critica al primer ministro japonés. Shinzo Abe, que ha tenido la enorme desfachatez de visitar el santuario –de carácter sintoísta- de Yasukuni.

Digo sintoísta porque el culto a los muertos, una religión débil, casi iniciática en materia de trascendencia, es la mayoritaria en Japón y a ese sintoísmo responde la visita de Abe.

Pues todos nos hemos ofendido en Occidente. En primer lugar, Estados Unidos: Abe reza por los genocidas japoneses, concluyen los medios norteamericanos. Eso sí, no hemos protestado contra los homenajes chinos a Mao, el mayor asesino del todo el siglo XX, el mayor genocida y el mayor animal de la modernidad, superando con claridad a Stalin o Hitler.

Mire usted, Asia ha sido el continente más genocida de toda esa era moderna. Lo han sido los asiáticos y los no asiáticos operantes en Asia. Por ejemplo, Estados Unidos, que asesinó a más de un millón de filipinos a comienzos del siglo XX, especialmente a los mayores de 10 años, acusados del grave crimen de hablar español y ser católicos. Genocidio del que no se habla pero que permite a los norteamericanos atacar a sus socios en materia de libertades (Japón) y apoyar a su socio comercial (que no en materia de libertades), la tiranía china. Lo de la Administración Obama resulta un pelín hipócrita.

Shinzo Abe sólo ha asumido su pasado. No hay que rasgarse las vestiduras, porque el rasgado, en este caso, resulta bastante farisaico. Y en cualquier caso, el problema en el siglo XXI no es Japón: es China.

Y dejemos a los muertos en paz. Si se trata de rezar, también hay que rezar por los genocidas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com