La vicepresidenta ha tratado de restar importancia a los abucheos a Zapatero que tuvieron lugar el pasado miércoles durante el desfile del Día de la Hispanidad. Había miles de ciudadanos y una minoría concentrada que protestó; está en su derecho y nuestra obligación es respetarlo. Desde luego, mucho más fino que el son los ultraderechistas de siempre de José Bono.

En todo caso, el derecho a la discrepancia no se respetó. No se respetó el de la disidencia cubana que iba ataviada de carteles. Fueron detenidos, se les pidieron los DNI y se les impidió el acceso por motivos de seguridad. Lo mismo pasó con los convocados por la plataforma Hazteoir (ver noticia). La policía les estaba esperando en el lugar anunciado desde su página web. Les pidió el DNI y les impidió atender las llamadas de teléfono móvil mientras estuvieron detenidos. Y es que el asunto estaba cocinado y bien cocinado.
 
Como ya informamos, algunos generales del Ejército no fueron invitados al desfile por presumir que podían ensuciar la imagen de Bono y Zapatero. Finalmente, sin embargo, ocurrió. Y aunque el gobierno trate de minimizar el asunto, la verdad es que fue la pitada a Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid la que precipitó la caída del felipismo. Porque como decía Zapatero cuando estaba en la oposición, no se puede gobernar contra el pueblo. Pues eso. Ahora toca escuchar y tomar nota como dice la vicepresidenta.