Un hombre se suicidó en Granada una hora antes de ser desahuciado. Justamente mientras ponemos en marcha el banco malo, es decir, mientras otorgamos a los bancos que sigan teniendo en sus carteras pisos embargados que no ponen a la venta a precios más asequibles, a precios post-burbuja.

Lo último que deja de pagar el español es su vivienda habitual. Y las deudas hay que pagarlas y los compromisos hay que cumplirlos -como ordena el séptimo mandamiento de la Ley de Dios, así como el Código Civil. Nos lo recuerda, también, el secretario de Estado de Economía, Jiménez Latorre.

Ahora bien, la dación en pago no supone la ruptura de ningún compromiso sino la solución a una injusticia. Si yo no puedo pagar la hipoteca utilizada para pagar mi piso, justo es que me embarguen el aval, que es el piso, pero no que me hagan seguir pagando mi deuda con el banco. Eso no vale. El invento norteamericano de la dación en pago es de lo más lógico: pierdo mi casa, que ya es suficiente castigo, pero por lo menos no le debo nada al banco. Al menos, para la primera vivienda, la residencia familiar.

Y no, lo que ha hecho el Gobierno Rajoy en primavera no fue dación en pago, sino algo parecido a un código de buena conducta. Porque las leyes obligan, las recomendaciones, no.

Y no se trata de que el desahucio sea la opción de último recurso porque ya es la opción de último recurso (y el banco no quiere desahuciar, lo que quiere es que le paguen). Lo que debe ser es una opción del prestatario de obligado cumplimiento por la entidad.

Eulogio López

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