La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, funciona por consignas. Cuando quiere que un mensaje se grabe en la mente de los periodistas, insiste en muletillas y las reitera hasta que se enteran los sordos presentes. La muletilla del viernes 22, rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, se refería al acuerdo entre el Gobierno Zapatero y la Conferencia Episcopal Española sobre la financiación de la Iglesia. Y decía así: Acordado entre ambas partes.
Lo cierto es que los obispos llevaban ocho meses solicitando una entrevista con el Ministerio de Justicia para acordar este asunto. Mientras, el PSOE lanzaba una campaña, especialmente a través de su diputa Álvaro Cuesta, anunciando que había que acabar con la subvención pública a la Iglesia Católica. Lo que el Gobierno ocultaba es que la Iglesia es la primera en acabar con dicha subvención. Lo que desean los obispos es la asignación tributaria. Dicho de otra forma, que sean los contribuyentes que libremente lo deseen quienes sostengan económicamente a la Iglesia.
Y así ha sido, sólo que con trampa. El acuerdo elimina la subvención, pero sólo eleva del 0,52 al 0,7 la asignación tributaria procedente del IRPF, cuando la Iglesia postulaba el 0,8. Además, se suprimen las exenciones por IVA, otra de las campañas denigratorias de la TV pública que, además, se apoya en una petición de Bruselas. Lo cierto es que la Iglesia tiene la misma exención por IVA que poseen otras instituciones sociales y estrictamente circunscrita al IVA de la construcción de templos.
En cualquier caso, algo sí se ha ganado : ahora serán los contribuyentes quienes decidan libremente si quieren subvencionar a la Iglesia.
Por otra parte la asignación tributaria constituye la única, y mínima, libertad del contribuyente para elegir dónde va una minúscula parte de sus impuestos. El resto de lo que paga es un cheque en blanco a favor del Estado.