Sr. Director:
Prolifera la violencia doméstica, y el Parlamento responde con una ley de protección a las víctimas. Se desbordan las muertes en carretera, y Tráfico amenaza con la pérdida del carnet por puntos. Se difunden las cifras de muertos por inhalación del humo del tabaco, y Sanidad saca una ley antitabaco. Aumenta el consumo de drogas entre los jóvenes de entre 14 y 18 años, e Interior despliega a más de tres mil policías para perseguir a los camellos en el entorno de colegios. Se disparan las cifras del aborto, y ¿qué hace la ministra Elena Salgado, salvo exhalar estériles lamentos? ¿Los exhala? Señores del Gobierno, vigilen más los centros de abortos que se forran con esas muertes de inocentes y no permitan tanto dolor (mujeres que arrastrarán el síndrome post-aborto y tantos niños muertos con indecibles torturas). El 98% de los abortos son fraude de ley, acogiéndose al supuesto de peligro para la salud de la madre, peligro casi inexistente, dado el adelanto de la medicina.
¿Cabe mayor cinismo que la no protección del nonato, en quienes se postulan como valedores de los débiles? No me extraña que el célebre escritor Miguel Delibes le diera la espalda al socialismo español por su incoherencia. Muy lejos de esa incongruencia, se encuentra don Francisco Vázquez, veterano Alcalde socialista de la Coruña y Premio Próvida; lo mismo, la izquierda italiana.
¿Se puede ser socialista y no defender al más débil? Muy bien lo dice Juan Manuel de Prada en un artículo suyo sobre el aborto : La defensa obstinada de la vida y de su dignidad no es una cuestión que admita compartimentos ideológicos, sino un compromiso con el hombre, una vocación irreductible que debe anidar en cualquier pecho humano.
María Fernández Vicente
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