- Primero las mató de hecho, con su obligada conversión en bancos, y ahora convierte los residuos, por fuerza de ley, en fundaciones.
- El Gobierno lo presenta como una vuelta al origen -ausencia de ánimo de lucro- pero lo cierto es que las cajas desaparecen.
- Su naturaleza jurídica mutual ha constituido la joya del sistema financiero español, obra de la Iglesia católica y de los ayuntamientos.
- Y lo siguiente serán las cooperativas de crédito.
Según las previsiones del Gobierno, la nueva ley de cajas de ahorros y fundaciones bancarias se aprobará a finales de este año 2013 o principios de 2014. La norma, que ha sido puesta a consulta pública este lunes, será una vuelta al origen de estas entidades. Al menos así lo presentan desde el Ministerio de Economía. Sin embargo, la realidad es muy distinta.
Para empezar, las cajas de ahorros sufrieron un durísimo golpe cuando el Ejecutivo las obligó a convertirse en bancos. Ahora, tras esa conversión, el ministerio que lidera Luis de Guindos (en la imagen), ha establecido que, lo poco que ha quedado de ellas, se convierta en fundaciones.
Vamos con lo más significativo de la norma, que incluye el hecho de que las cajas que sobrepasen el 35% de los depósitos bancarios de una comunidad autónoma y más de 10.000 millones de euros en activos, tendrán que convertirse en fundaciones bancarias.
Por su parte, las cajas de ahorros que posean más de un 50% del banco al que dieron origen, estarán obligadas a presentar un plan financiero al Banco de España y a crear un fondo de reserva para hacer frente a posibles necesidades de recursos propios de la entidad de crédito participada.
Por otra parte, las fundaciones bancarias con una participación igual o superior al 30% en una entidad de crédito o que tengan el control de esa entidad, estarán obligadas a presentar un plan financiero ante el Banco de España. Si poseen el 50% o más, tendrán que presentar el plan financiero, crear el fondo de reserva y preparar un plan de diversificación de inversiones y de gestión de riesgos. Y todo esto lo deberá presentar ante la institución que dirige Luis María Linde.
Todo esto podría estar muy bien si no fuera porque se trata, efectivamente, de la desaparición de las cajas de ahorros y de su naturaleza jurídica mutual que fue, en su día, la joya del sistema financiero español. Y miren por dónde, fue obra de la Iglesia católica y de los ayuntamientos. Su muerte significa, además, la deslocalización del crédito y que desaparece el gran soporte accionarial de la industria de nuestro país. No hay más que echar un vistazo al accionariado de empresas como Iberia, Indra, Repsol, Gas Natural Fenosa, Iberdrola…
No podemos olvidar tampoco el papel que históricamente han tenido las cajas de ahorros en la concesión de créditos hipotecarios, y no nos referimos sólo a los últimos veinte o treinta años. Entonces, eran estas entidades las que ofrecían unas mejores condiciones al gran público. Y por si todo esto fuera poco, con la desaparición de las cajas se fulmina la obra benéfico social (OBS).
Pero si alguien piensa que la cosa terminará aquí, con la muerte de las cajas, se equivoca. Sin duda, el siguiente objetivo de las autoridades serán las cooperativas de crédito. Son instituciones que no gustan al Gobierno -ojo, a ningún Gobierno-. Que se preparen.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com