Campaña de turismo, paro creciente, reducción del consumo, mayor inestabilidad social, turismo a la baja, nuevos cierres de factorías y mucho, mucho pesimismo. Nadie sabe cómo afrontar la crisis. Hasta el keynesiano Paul Krugman asegura que el mundo en general lo va pasar mal, y España muy en particular, lo pasará peor.
Es igual, la consigna, en Moncloa y en el PSOE, vuelve a ser la misma de las elecciones generales del 98 de marzo de 2004: negar la evidencia hasta el día 10. Entonces se negó la crisis, ahora no es posible negarla, por lo que se trata de reducir sus efectos y aludir a posibles mejoras en la situación, por ejemplo del desempleo, como las anunciadas en la mañana del martes por el ministro Corbacho y que han provocado la hilaridad de todos.
Se trata de poner al mal tiempo buena cara y esperar al 8 de junio. Lo que más preocupa a ZP es que, si el PP gana las europeas, Rajoy se afianzará como líder del PP y se demostrará la tendencia que acusan los analistas políticos, y que podría resumirse así: aunque el PP sea un desastre en guerra intestina permanente, los españoles, a través de la crisis económica, están empezando a pensar que ZP es incapaz de torear ese miura.
Pero la consigna del PSOE es la misma: a mal tiempo buena cara.