Es más, lo agradece: mejora su imagen internacional. CCOO y UGT, víctimas de su propia estrategia, abocados al fracaso. En cualquier caso, no hay reforma de las pensiones sin fomento de la natalidad. Lo que hay es una rebaja de las jubilaciones, un ajuste de cinturón.
Cuarta orden de negociación entre los sindicatos y el Gobierno Zapatero para la reforma de las pensiones, mientras muchos se preguntan qué pintan los agentes sociales, tanto empresarios como sindicatos, en un debate sobre jubilación.
En cualquier caso, el Ejecutivo juega a disenso. Es más, a su imagen internacional, y a los chantajistas mercados financieros, les conviene que no lleguen a un acuerdo con CCOO y UGT, para dejar clara su imagen reformista cueste lo que cueste. Las maratonianas negociaciones del fin de semana no son sino una puesta en escena, el tinglado de la antigua farsa del consenso.
Zapatero está preparado para reformar, es decir, reducir, las pensiones con acuerdo con CCOO y UGT. Si el acuerdo llega se pondrá vender un acuerdo, si no, la reforma se hará de igual forma. Por su parte, las dos grandes centrales son presa de su propia estrategia: acostumbrada a imponer sus criterios, ahora se encuentran con una huelga general abocada al fracaso. Lo fue la primera convocatoria, así que mucho más la segunda.
Todo el mundo sabe ya que no hablamos de una reforma del sistema público sino de una pura componenda para retrasar la quiebra de la seguridad social, quiebra que sin duda llegará si no aumenta la natalidad, porque esa quiebra tiene por razón última, y primera, una pirámide demográfica invertida, que ni tan siquiera se arregla retrasando la edad de la jubilación o aumentando el periodo de cómputo.
Miriam Prat
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