Se acerca el debate presupuestario, la "prueba del algodón" en palabras de ERC. Todos los grupos parlamentarios tensan la cuerda.
Izquierda Unida apuesta por que el Ejecutivo incurra en déficit para cumplir con sus compromisos fiscales. Y los ministerios de gasto siguen presionando. Vivienda ha concretado sus ayudas a inquilinos y propietarios. Ahora hay que aflorar la chequera. La posible relajación en la política migratoria también acarreará nuevos gastos no contemplados. Y el anuncio de mayores inversiones en I D también irá contra el presupuesto. ¿Cómo se paga?
Sólo hay dos alternativas. O que Solbes tire la toalla del equilibrio presupuestario, o que decida subir las tasas y los impuestos especiales sobre tabacos y alcoholes. En el primer caso, se podría situar el mismo ministro de Economía que ya anuncio -aunque con la boca pequeña- un déficit del 1,5% del PIB. Al fin y al cabo, los presupuestos de 2004 son de Rato y, por tanto, se pueden barrer hacia atrás sin dañar demasiado la propia imagen.
La segunda alternativa es cumplir con los compromisos de equilibrio presupuestario. En tal caso, no habría más remedio que subir los impuestos sin que se note. El IRPF no se puede tocar porque es especialmente sensible. El mero anuncio de la posible supresión de la deducción por adquisición de vivienda ya ha provocado una auténtica revolución social. Así que el único sitio donde el Gobierno tiene margen es en las imperceptibles tasas y en los impuestos especiales sobre el tabaco y el alcohol. Por otra parte, subir el impuesto sobre el tabaco estaría en línea con la subida realizada por el Gobierno francés y evitaría el turismo fiscal que vive nuestro país.