El dimisionario Gregorio Peces-Barba ha recibido este viernes su despedida como Alto Comisionado para las Víctimas. La vicepresidenta De la vega le ha agradecido en nombre de todo el gobierno su dedicación y generosidad, porque el puesto era no remunerado. Ha sido un privilegio y se va con la satisfacción del deber cumplido. A saber. Según De la Vega, la cercanía y atención directa a las víctimas del terrorismo y sus familiares no siempre reconocida y haber solventado los problemas concretos como acceso a la Justicia, educación, alejamiento de los agresores, información procesal, extensión a las parejas de hecho, etc.
De la Vega tiene razón. Peces-Barba se despide con los deberes concretos hechos. Pero las víctimas esperan algo más que dinero y ayudas concretas por parte del Gobierno. Esperan comprensión y complicidad. Y esa no la han encontrado en Peces-Barba, sino más bien, todo lo contrario. Se han sentido despreciados, maltratados y ninguneados por el Alto Comisionado.
No así con la oficina de Víctimas del Ministerio del Interior, que siempre ha funcionado con cercanía y sensibilidad hacia el problema de las víctimas, aunque no hubiera una mente preclara que ideara productos para este colectivo.
Pues bien, para alcanzar la ventanilla única explica De la Vega- se ha procedido a eliminar el puesto del Alto Comisionado. Así se ahorran el problema de sucesión. Muy divertido. Sobre todo cuando se vendió la necesidad de crear el Alto Comisionado en la necesidad de coordinar mejor las ayudas a las víctimas. Ahora resulta que Interior lo hace muy bien y puede coordinar mejor. Eso sí, con categoría de dirección general, que como en el chiste, general Mola, pero mola más capitán general.
¡Ah! Y Rubalcaba recuerda que Peces dimite a petición propia.