Carmen Vela, secretaria de Estado de Investigación, es más abortista que su antecesora, Cristina Garmendia. Fiel colaboradora de Bibiana Aído –mejor, mentora de - ahora dirigirá la política científica, es decir, las subvenciones a la investigación, que en eso consiste hacer política científica.
Y esto es bello e instructivo. Una sola pregunta: ¿suprimirá Carmen Vela las subvenciones a la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorios, una táctica repugnante que ella contribuyó a lanzar y que no ha curado ni un resfriado pero eso sí, ha matado a embriones humanos, es decir seres humanos con un código genético individualizado, distinto del padre y de la madre?
Y, ya de paso, ¿suprimirá la fecundación asistida, que es la materia prima de donde salen estos niños para despiezar o, al menos, obligará a que todos los óvulos fecundados se inserten en la madre que quiera tener hijos? Otrosí: ¿se suprimirán los abortos selectivos de la FIV y no se conservarán en frigoríficos los llamados embriones sobrantes? Por último, ¿Se prohibirá la aberrante fecundación de donante anónimo, conocido en la jerga como hijo sin padre? No parece.
Éticamente la utilización de embriones es inadmisible, porque no deja de ser un homicidio; científicamente ha sido un desastre, dado que no ha curado a nadie y sí provocado tumoraciones.
¿O es que alguno recuerda los inexistentes éxitos del farsante Bernat Soria, convertido en científico egregio y en ministro de Sanidad por Zapatero, gracias a nuestro dinero?
Una cosa es que el marianismo tenga tantos complejos como el 'aznarismo' y otra cosa es el nombramiento de Vela, que ya es pasarse un pelín, ¿no?
Eulogio López
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