Convergencia, como el Barça, es más que un partido. Es todo un entramado social con una guinda en forma de partido político. Fue la forma de hacer de un Jordi Pujol, que se dedicó muchos años a "fem pais" para que su proyecto político tuviera consistencia. Y el monopolio funcionó durante 23 años.
Ahora ha perdido las elecciones. Pero no las instituciones. Y una de ellas es el Colegio de Médicos, un centro de influencia social, política y empresarial. Desde esta perspectiva se entiende mejor el cambio en el Código Deontológico aprobado el pasado sábado 20, que, en su artículo 33, regula el respeto de la voluntad de la menor en caso de embarazo no deseado y petición de aborto. En tal caso, la menor podría decidir sin el consentimiento de los padres, vulnerando abiertamente la patria potestad.
Además del conflicto competencial que se plantea con la Organización Médica Colegial, el colegio de médicos de Barcelona vulnera el principio de la patria potestad contemplado en el Código Civil. Curiosamente, el aborto de una menor fue el caso que propició la sentencia condenatoria del "doctor" Sáez de Santamaría, que, por cierto, fue indultado por el Gobierno. ¡Toma separación de poderes!
La propuesta nace del presidente del Colegio de Barcelona, Joan Monés, un "navegador" de aguas procelosas, de verbo poco transparente. Un hombre mediático y politiquero que compareció como experto en la Comisión del Senado que estudiaba la despenalización de la eutanasia. Y ahora tocaba hacerse el "progre" de cara al nuevo Gobierno tripartito. Porque una cosa es ser afín a Convergencia y otra llevarse mal con el poder.
Lo malo es que quien pagará el pato serán -como siempre- las menores. En nuestra edición del lunes 22 publicábamos una carta al director con testimonios de algunas de ellas. Si la menor embarazada se siente sola, permitir la falta de diálogo con sus progenitores o tutores legales supondrá un absoluto desamparo. Curiosamente, esta era una de las propuestas defendidas por los lobbies pro aborto en la Cumbre de El Cairo y en las siguientes cumbres internacionales. Y la vanguardista Barcelona lo ha logrado. Contra el criterio jurídico español y contra el sentido común de la profesión médica.
Porque aunque la medida fue aprobada por el 70% de los delegados, el procedimiento no fue especialmente transparente. En primer lugar, porque el tiempo de debate fue muy escaso. En segundo lugar, porque muchos entendieron de buena fe que de lo que se trataba era que la menor pudiera ser libre de tener a su hijo en contra de la voluntad de los padres.
Monés ha conseguido el dudoso orgullo de convertirse en un "progre" de tomo y lomo. Habrá conseguido congraciarse con el ala más radical del Tripartito, incluida la consejera de Sanidad, Marina Geli, que recientemente apostaba por el aborto gratuito en los centros concertados por la Generalitat. O sea, que no es verdad que el Gobierno autónomo esté investigando las denuncias de aborto ilegal del Sunday Telegraph. Y Monés, en lugar de dedicarse al ejercicio de la medicina, es decir, a salvar vidas, se dedica a hacer politiqueo del cutre. Lástima de vocación.
Luis Losada Pescador