Lo primero, reconocer el error. Otra vez he metido la pata. El jueves 4 hablaba de que más de un 80% de los norteamericanos habían votado según una serie de valores morales, es decir, por la defensa de la vida no nacida que realiza Bush, así como por su negativa al matrimonio homosexual, convirtiéndose ambas cuestiones en la clave de la victoria republicana.  Pues bien, en ese porcentaje estaba incluido otro motivo más: el de la seguridad. Ya saben, Bush, un líder fuerte; Kerry, un líder sospechoso para tiempos de guerra.

Ahora bien, lo cierto es que las razones morales fueron las más citadas en casi todas las encuestas de explicación de voto. Así, el Financial Times, uno de los grandes fustigadores de George Bush, reconocía lo siguiente. Las elecciones han enseñando que para el 21% de los votantes los valores morales fueron el asunto decisivo. Este grupo voto cuatro-a-uno a favor de Bush. El porcentaje de votantes cuyo voto estuvo determinado primordialmente por los impuestos fue del 5%; por la educación el 4%; por la sanidad, el 8%. Incluso Iraq (15%) y la economía (20%) no decantaron a los votantes en la medida en la que lo hizo los valores morales.

Y para decirlo más pronto, el propio responsable de la campaña de Kerry, Mark Mellman, sentenciaba: "Tenemos un país dividido sobre la base de la cultura. La gran división es si uno va regularmente a la iglesia o a la sinagoga. La gente que va regularmente tiende a votar republicano".

Puede que Zapatero siga empeñado en que la fe no debe estar en las leyes, pero hay gente que piensa de otra forma, e incluso consideran que si una serie de valores no están en la legislación, entonces la legislación no tiene valor alguno.

Kerry es norteamericano. Por tanto, no le importa terminar sus discursos con un Dios bendiga a América. Pero insiste en que prohibir el aborto es imponer una idea de algunos a todos, genial estupidez que corre en boca de la progresía desde hace 20 años y cuya refutación no merece la pena: exige rebajar el intelecto al nivel vegetal. Pero es que la progresía de Zapatero va más allá con su laicismo : no sólo no se puede expresar la fe, sino que ésta y cualquier otro tipo de convicción deben ocultarse. Es decir, la esquizofrenia entre el pensamiento y la acción, entre la conciencia y la vida pública. Y la esquizofrenia es una de las peores patologías mentales. Los norteamericanos, al menos, no están dispuestos a aceptarla. Bueno, los estadounidenses ricos, sí.

Eulogio López

 

Posdata: Lo que define el pensamiento de cada época no son los grandes tratados, ni las doctrinas científicas, sino las muletillas. Por ejemplo, el triunfo de George Bush, que tanto ha descolocado a la progresía burguesa (la clase en el poder, tan posmoderna como acomodada). Así, al reelegido presidente norteamericano se le apostrofa con el siguiente latiguillo : Cuando defiende el aborto, el matrimonio homosexual o la investigación con células madre. El asunto tiene su enjundia, porque eso que llamamos valores, antes conocidos como virtudes o principios, han pasado a concretarse en dos: la familia y la vida. Es decir, el no al aborto y el sí al matrimonio natural, formado por hombre y mujer y abierto a la descendencia. Ahora bien, se le acaba de añadir un tercer elemento, y bienvenido sea el añadido : la experimentación con embriones.  

¡Albricias y pan de Madagascar! Porque, gracias al movimiento pro-vida, la bestialidad abortista, que ha marcado al mundo desde 1973, no ha caído en el olvido. Hasta los más bestias saben que abortar es un homicidio, aunque lo defiendan con saña. Y gracias al sentido común de las despreciadas asociaciones familiares, la familia sigue siendo, aún para muchos que lo niegan, una célula de resistencia a la opresión.

Pero ahora ha surgido un tercer tema, que corre el riesgo de pasar inadvertido, de no ser porque los mismos marginados de siempre, el tejido social que defiende a la persona, han elevado la voz: se trata de la manipulación de embriones. Si ha sido difícil explicar al mundo que no hay que matar a los embriones porque son seres humanos, aún lo es más explicar por qué no hay que trocear un embrión, que es tan ser humano como el feto pero lo parece menos.

Pues bien, Bush ya es ese tipo que se opone al aborto, al matrimonio gay y a la utilización de células embrionarias. Todo un avance.