La curiosa alianza entre Pedro Antonio Martín Marín y los Polanco

Dice Enrique Ponce que a su colega José Tomás le coge tanto el toro porque está donde no debe estar, pero la verdad es que el elegante diestro valenciano está un punto celoso del nuevo ídolo de multitudes, el hombre que ha devuelto la emoción a las corridas, cuando muchos anunciaban la traca final del toreo.

José Tomás ha conseguido mucho más que introducir una cuña en los derechos de retrasmisiones televisiva, que han convertido el deporte en un negocio y el espectáculo en un negocio de esclavistas.  

Como alentara Hispanidad por dos veces -y luego copian descaradamente los medios tradicionales, en este caso el ABC, edición del martes 1- Tomás se negó a que los Polanco, que tienen la exclusiva de las retrasmisiones televisada de la Feria de San Isidro, la más importante del mundo, retransmitieran sus corridas. El diestro pedía que, o bien la gene acuda a la plaza, a ‘oler toro', o bien que la retransmitiera una cadena en abierto, para que el espectáculo pudieran verlo todos los españoles.

Sin embargo, en una alianza contra-natura, el pepero Pedro Antonio Martín Marín, presidente del Consejo de la Comunidad de Madrid y la familia Polanco -propietaria de Sogecable, que posee los derechos de retransmisión de San Isidro- decidieron condenar al diestro y le expulsaron del cartel. De nada vale que seas el mejor y el más deseado por la afición si te opones a  los sagrados -en el altar de Moloch, se entiende- derechos de retrasmisión de Sogecable.

Sin embargo, el diestro se mantuvo firme, coherente, con sus principios, y el asunto, vía Hispanidad, llegó a los oídos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, personaje con muy buen olfato para todo lo que signifique pérdida de votos, ha ordenado a Martín Marín que introduzca en el cartel a Tomás. Sogecable ha montado en cólera, pero se ha tenido que achantar: Tomás estará en San Isidro con dos corridas. Y eso que no se ha conseguido que se retransmita para todos los españoles en abierto.

Todo un cambio histórico contra los derechos de retransmisión, versión enésima de los derechos de autor, la hidra que ha hecho millonarios a tantos editores y a tantas SGAE o intermediarios de gestión de derechos. Y lo que es más importante: Tomás ha puesto una pica en Flandes, dado que, por una sola vez, el individuo ha vencido a la institución, y en este caso a una alianza de un colectivo político y otro empresarial, a la Comunidad de Madrid y a Sogecable, que no pueden estar ideológicamente más lejos pero a los que une el mismo interés crematístico.

Los derechos de autor han conseguido que el deporte se convierta en un negocio y el espectáculo en un negocio de esclavistas. Pero, por esta vez, ha ganado Tomás. Y ya saben: comer, rascar y revolucionar, todo es empezar.