La OCDE ha hecho público un informe en el que se valora la capacidad alumnos de 15 años en la resolución de problemas de la vida real.
Los jóvenes españoles, distribuidos en 368 centros educativos, ocupan el puesto 29 entre los 44 países que participan en la prueba. Los datos no son muy diferentes a los que en diciembre de 2013 reveló la primera parte del último Informe Pisa. Tampoco en Matemáticas, Lengua y Ciencias los alumnos españoles llegan a la media.
Todos sabemos que el sistema educativo español adolece de fallos importantes que afectan al aprendizaje y a los conocimientos adquiridos. Sean cuales sean los errores del Informe Pisa y el modo cómo se midan y valoren los resultados, en España tenemos un problema educativo. La escuela española debe ser exigente y despertar en los alumnos el gusto por la lectura y el aprendizaje, debe educar el ejercicio de la autonomía y fomentar la responsabilidad. El problema, nos dice Pisa, no son solo los conocimientos, sino también las habilidades. Y esto exige tomar postura y asumir sin más dilaciones la reforma de un modelo que debe ser mejorado.
La educación es un indicador de desarrollo nacional y el primer instrumento que en manos de los alumnos les faculta para su crecimiento e inserción social. Pero todavía hay quien incendia la calle cuando se intenta coger este toro por los cuernos.
Jesús Martínez Madrid