Los españoles no somos ganado al servicio exclusivo de sus matarifes.

Sr. Director:

Es de mal gusto hablar de cultura cuando hacemos referencia a los políticos, a los periodistas o a los profesores universitarios españoles, pero no puedo menos que hacerlo cuando una nueva acción perpetrada por la ministra de educación, Mercedes Cabrera ha dejado, por enésima vez, al descubierto la zafiedad, la incultura, el caciquismo y la mentira del Gobierno que parasita España.

Y es que, aunque nos tengan acostumbrados a su cochambre, no es menos cierto que las mentes que a pesar de todo siguen estimando en algo la limpieza, la honestidad y la justicia, se ven a diario sonrojadas por las mamarrachadas que adornan a nuestra clase política.

No vamos a hablar del despiste encarnado en cartera ministerial rotulada como ministra de educación que, por lo visto, es una nimiedad a juicio de los incompetentes; no vamos a criticar a las miembras del Gobierno, ni a su manifiesta incompetencia; ni tan siquiera vamos a criticar lo que muchos consideran mala fe en la actuación del Gobierno en pleno ni las consecuencias de la crisis generada por los incompetentes y por los chorizos. La verdad, no merece la pena, porque no hay que decir... Hay que hacer.

Obviando las incompetencias, nos vamos a centrar en la mala fe. Y es que, con la imposición de la asignatura Educación para la ciudadanía por parte del Gobierno descrito, se ha visto una nueva cara de la tiranía, no ya en cuanto al contenido de la bochornosa asignatura, a la postre acorde con quién la ha impuesto, sino con las formas que, una vez más, nos indican que los españoles no somos sino un ganado al servicio exclusivo de sus matarifes.

Y es que, ¿seré tal vez mal pensado?, ¿o es que, acaso, la inteligencia que adorna a los miembros y miembras del Gobierno les permite anunciar la sentencia antes de que la misma se haya producido? Porque eso, justo eso, es lo que ha sucedido, y hasta la prensa del pesebre no ha tenido más remedio que informar,... contra lo que es su costumbre.

Uno pensaría que tal actuación no es sino muestra de tiranía. ¿Qué diría nuestro amigo Montesquieu si conociese lo sucedido? ¿Qué opinaría Aristóteles?... Bueno lo que opinase este señor no les importa mucho a los políticos, total, no saben quién es... y si acaso lo saben.... ¡es tan viejo!

Sea como fuere, me da la sensación, no sé si equivocada, que el hecho de publicar una sentencia judicial antes de que ésta se haya producido es una cuestión algo más seria que las otras flores que adornan al Ejecutivo. Cuestión que pone de manifiesto la calaña de quienes tienen bula para actuar; cuestión que, tal vez, no sé... debería tener respuesta por parte de la Justicia (allá donde la haya); cuestión que un pueblo libre (allá donde lo haya), no puede admitir.

Y es que, además de injustos, son bobos, y soberanamente incultos. Pero cuentan con una cosa a favor: El pueblo. Y más exactamente, la somnolencia del pueblo, que con la que está cayendo no da muestras de querer despertar.

Cesáreo Jarabo

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