Frente a la amenaza laicista de recluir al cristianismo en la sacristía, las procesiones sacan la fe a la calle
Estamos inmersos en¿Qué es lo que realmente celebramos? Esta será la pregunta del próximo ‘Club de la Palabra' (Intereconomía TV) que se emitirá el domingo 23 a las 20,30 horas. Participarán José Carlos Sastre, secretario de la Hermandad y Cofradía del Divino Cautivo; Enrique Estrada, Hermano mayor de la Hermandad del Santísimo Cristo Fe y Perdón; María Luisa Lajara, Fiscal de la Junta de Gobierno de la Hermandad del Gran Poder de la Macarena; e Iván de Vargas, periodista especializado en información religiosa.
En España la Semana Santa se celebra con especial intensidad debido a las numerosas procesiones. Muchas han sido catalogadas de interés turístico internacional y forman parte de nuestra más arraigada tradición. Cientos de miles de hermanos y cofrades llevan semanas preparando el paso, los cantos, las saetas y el recorrido. Todo, para que estos días la procesión sea un éxito.
Las procesiones de Semana Santa son una tradición de la manera en la que los españoles mostramos públicamente nuestra fe cristiana. Los Cristos crucificados, las vírgenes dolorosas, el sepulcro y el Cirineo, salen a conquistar nuestras calles con el silencio, la saeta o el tambor fúnebre. Es una catequesis callejera de la última cena, la prendición, los latigazos, la Crucifixión, la Muerte y la Resurrección de Cristo. Pero también es la muestra del profundo sufrimiento de María, su madre, y de la cobardía de sus apóstoles.
Una catequesis hecha sociedad a través de las múltiples cofradías y hermandades que año tras año repasan las páginas del Evangelio en las mismísimas calles de nuestros pueblos y ciudades. Es la muestra de un pueblo creyente que mantiene vivas sus tradiciones cristianas frente a la amenaza laicista.
No obstante, los ambientes urbanos de nuestra sociedad observan estas procesiones con cierta distancia social y cultural. Los más laicistas consideran incluso que las procesiones suponen una amenaza para un estado laico como es España. En todo caso, la tradición de la Semana Santa está tan arraigada en el pueblo que uno puede ser espiritualmente frío y poco practicante, pero jamás permitirá que le arranquen a ‘su' Macarena o a ‘su' Cristo del Gran Poder.