Se celebra en estos días la cumbre de Naciones Unidas de El Cairo 10. Se trata de revisar los acuerdos alcanzados en la capital egipcia hace ahora 10 años y realizar un balance sobre su aplicación y el compromiso de los estados firmantes. "Necesitamos 3.000 millones de dólares para financiar los compromisos adquiridos, si no hasta lo logrado podría perderse", señala con dramatismo la directora ejecutiva del Fondo de Población de Naciones Unidas, Thoraya Ahmed Obaid. En este entorno, el lobby pro muerte "Católicas por el Derecho a Decidir" está teniendo un papel significativo, como lo tuvo en el Cairo hace 10 años.
Su rol consiste en apuntalar las tesis de la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF por sus siglas en inglés) desde las bases católicas. Su tesis es que los católicos disienten de las tesis defendidas por la Santa Sede. Y así, el pasado 24 de marzo su presidenta, Frances Kissing, presentó un informe bajo el título "Actitudes católicas sobre comportamiento sexual y salud reproductiva", donde sostiene que las políticas de Bush y del Vaticano son incongruentes con la opinión de los católicos.
Se olvidan que la Iglesia es depositaria de la fe y también de la moral. Se olvidan que siempre es más fácil destruir que construir y que el camino de la perdición es ancho y el de la salvación es angosto. Pero se olvidan sobre todo, que en El Cairo y por intermediación de la magnífica labor diplomática desarrollada por la Santa Sede se acordó no considerar el aborto como método de planificación familiar. Poca memoria para los ideólogos de la muerte disfrazados de católicos. Por cierto, muy poco practicantes.