Un estudio del CIS muestra que lo opuesto al matrimonio religioso no es el civil, sino la convivencia no estable

 

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos sorprende cada cierto tiempo con encuestas llamativas. En una de las últimas, sobre Actitudes y Prácticas Sexuales hacía preguntas sobre la experiencia en masturbación de los españoles, las experiencias extra-matrimoniales o los lugares y ocasiones para mantener relaciones sexuales. Pero no nos centraremos en lo bochornoso de estas preguntas y en el hecho de que los españoles estemos financiando este tipo de encuestas.

También se estudiaba el tipo de modalidades de pareja y la estructura social. Las cuatro clases en las que se sitúan los españoles son: parejas no estables (lo que se hace raro a lógica pues ¿cómo se es pareja y no se es estable?), parejas de hecho, matrimonio civil y matrimonio religioso.

Lo llamativo de los resultados es comprobar cómo el matrimonio civil es residual ya que entre las parejas sólo el 8% se une por este medio; las parejas de hecho constituyen el 9% y los matrimonios religiosos constituyen el 50%. Pero lo llamativo es que un tercio de la población se califica de inestable.

Esto nos señala un par de aspectos: en primer lugar, que la legislación que ha habido en los últimos años dirigida a los matrimonios civiles o a las parejas de hecho, es para una minoría, quizás creciente, pero minoría, por lo que no se entiende la constancia y la urgencia con la que se ha legislado; y en segundo lugar, la falta de capacidad de compromiso que existe actualmente en la sociedad española, ya que si se suman las parejas no estables con las parejas estables de corta duración (menos de cinco años), el 46% de las parejas españolas estaría encuadrada en él.

Esto demuestra que la generación ni-ni actual es heredera o sufre los mismos males que la generación que les precede: ni son capaces de comprometerse, ni de ser responsables, ni nada de nada.

Juan María Piñero

juanmaria@hispanidad.com