Hacía tiempo que no leía un texto tan lúcido, tan anticipativo, como la de Michel Schooyans -prelado de honor de Su Santidad y catedrático de Demografía de la Universidad de Lovaina) sobre el presidente Obama y el nuevo mesianismo norteamericano.

El texto es una intervención de monseñor Schoyans en la Plenaria de la Pontifica Academia de las Ciencias Sociales, celebrada en el Vaticano del 1 al 5 de mayo de 2009.

La verdad es que entre esa figura, la del mesías gringo, y la Bestia de la Tierra hay un paso ideológicamente muy corto. En cualquier caso, Obama y Blair coinciden en el sincretismo universal, que no deja de ser -pura coincidencia, seguro- el recurso de los emperadores romanos cuando quisieron elevar al emperador a la categoría de deidad. Es decir, el sincretismo, la forma de poner a todos los credos a la misma altura, la altura del betún. Se lo traduzco al mundo de hoy en palabras de la insigne pensadora Teresa Fernández de la Vega: Todas las culturas tienen el mismo valor. Lo importante es que sean tolerantes unas con otras. Tiene toda la razón: si todas tienen el mismo valor es que ninguna tiene valor alguno, salvo el de contribuir a la estabilidad política, es decir, a que doña Teresa permanezca el mayor tiempo posible como vicepresidenta primera, que es un cargo que le mola bastante y rellena sus ocios.

En el Nuevo Orden Mundial (NOM) el sincretismo va acompañado del empeño en reducir el número de miembros de hombres que disfrutan de la existencia. La raza humana es muy depredadora y, por tanto, hay que eliminarla. La combinación de los dos elementos es explosiva, pero Schooyans lo explica mucho mejor que yo, así como el papel de Barack Obama en toda esta gloriosa barbaridad.

Eulogio López

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