Es el estilo del ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo (en la imagen): comienza noble y luego se arruga. Cuando accedió al cargo, durante su primer encuentro con la entonces secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, Margallo, le dijo: "España ha vuelto". A la esfera internacional, se refería, tras siete años de progresismo zapateril.

Pero lo cierto es que España no ha vuelto al proscenio mundial con Rajoy y continúa sin pintar nada en el mundo por su falta de coraje y por su falta de respeto a los principios cristianos… que es lo que España puede aportar, y siempre ha aportado, al mundo.

Por fin, Margallo se ha echado atrás y acepta a Nicolás Maduro como presidente, lo que no ha hecho Estados Unidos quien aconsejó un segundo recuento (mejor, uno primero, porque el cachondeo bolivariano consiste en eso: en proclamar ganador al pajarito de Chávez sin haber recontado todos -o casi todos- los votos).

Ahora bien, entre la proclama y el arrugue he visto cómo la prensa económica española se echaba encima del canciller. Al parecer, la tesis consiste en que la intromisión de Margallo pone en peligro a las "120 empresas" españolas. Pues mire usted: que los ponga. Lo que quieren decir, si lo he entendido bien, es que los hijos de Chávez someten a España a 120 chantajes. Pues bien, la única forma de luchar contra el chantajista es la firmeza.

Además, no todo vale con tal de hacer negocio. Precisamente por eso hemos mimado comercialmente a tiranías -China, Arabia Saudí, etc.-. Los vecinos los saudíes y los venezolanos deberían preocuparnos más, al menos a un Gobierno democrático, que los sátrapas chinos, saudíes o venezolanos.

Eulogio López

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