En 1996, con el Partido Popular recién llegado al poder, el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, intima con el nuevo presidente de Telefónica, Juan Villalonga, colocado en el cargo por José María Aznar. Se trataba así de neutralizar a Jesús Polanco desde tres frentes: Moncloa, la operadora de telefonía y el diario El Mundo. El director de este diario, Pedro J. Ramírez, conseguiría así dirigir el grupo de medios de la compañía (lo que luego sería Admira) como verdadero contrapoder de Prisa-Sogecable. Era el duopolio informativo Polanco-Pedro J

El asunto acabó en fracaso estrepitoso y Jesús Polanco es más poderoso que nunca. Varias fueron las causas de este fracaso, pero una de ellas fue la ruptura entre Juan Villalonga y Pedro J. Ramírez. Ramírez utilizó el escándalo de las opciones sobre acciones (que luego quedó en nada) para provocar la salida de Juan Villalonga, que finalmente fue cesado y sustituido por César Alierta. Pero el director de El Mundo iba a salir del fuego, para caer en las brasas. El nuevo presidente, César Alierta, no estaba dispuesto a nombrar a Pedro J. Ramírez, por la sencilla razón de que a Alierta ni le gustan ni nunca ha entendido los medios informativos.

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Por tanto, se ha dedicado a venderlos y a entregar Vía Digital a Jesús Polanco. Y así, en este caldo de cultivo surge, otra casualidad, un nuevo escándalo en las páginas del diario El Mundo. Las operaciones financieras del sobrino de Alierta, Luis Javier Placer, con acciones de Tabacalera, en la época en que esta compañía estaba presidida por su tío. 

Este nuevo presunto escándalo lleva toda el estilo de Pedro J. Ramírez, que siempre plantea una denuncia periodística con apoyo externo. En el caso de las stock options de Villalonga el apoyo era el Congreso de los Diputado, y las interpelaciones del PSOE al Gobierno. En el caso de la presunta información confidencial del sobrino de Alierta el apoyo externo llegaba de una asociación de accionistas fantasmal (la valenciana Auge), que llevó a los tribunales al presidente de Telefónica, a su esposa y a su sobrino. Pues bien, el semanario Época se ha marcado una gran exclusiva. Bajo la firma de Eugenia H. Viñes, publica unas declaraciones del promotor de Auge, el abogado José María Davó, que el semanario afirma haber obtenido sin trampa: presentándose como periodista y grabando la conversación. Y lo que dice Davó no puede ser más explosivo. Por un lado, confirma las sospechas de Telefónica y lo alegado por los abogados de Alierta: que todo era un montaje de El Mundo. Así, Davó confiesa en el número de Época que hoy viernes 13 ha salido a la calle: "Yo tengo una relación de confianza con El Mundo. Casimiro (García Abadillo, director adjunto de El Mundo) me cuenta cosas, muchas cosas. Detalles que han pasado, que no se han publicado, me da pistas (...). Me llama para sostenerme, para informarme, para que aguantara, para que recurriera...".

Y más. Davó resume así el llamado caso Alierta: "Esto acabará el día que Alierta nos ponga sobre la mesa 100 millones de pesetas (600.000 euros) para que retiremos la demanda. Esto va de ganar pasta. De sacar pasta a este tío".

Ahora, con este material en las manos, es de suponer que la Audiencia Nacional (donde se supone que se sustanciará el caso Alierta) seguirá investigando si hubo o no hubo información confidencial aprovechada por Luis Javier Placer y por la esposa de Alierta, Cristina Placer. Y esto será independiente de las declaraciones de Davó, una especie de nuevo Adolfo Scilingo,  que ha colocado a Pedro J. Ramírez, director del segundo diario más vendido de España, en el peor brete de su vida. Porque no sólo se le está juzgando a él, sino a un estilo de hacer periodismo muy peligroso, consiste en que, periódicamente, hay que conseguir un escándalo de tal calibre que provoque el cese de un ministro, el presidente de una gran empresa o, al menos, la decapitación de un famoso. Es como adorar a un ídolo que periódicamente exige nuevas víctimas propiciatorias... 

En cualquier caso, el semanario Época se ha marcado una exclusiva.