Como el francés siempre le ha tenido mucha manía a España y a los españoles, ha tenido mucho gusto en resaltar la triste verdad: que es el furgón de cola de la recuperación de la vieja España, gobernada por un desastre con patas llamado Zapatero. Como buen francés, Dominique sustituyó a Rodrigo Rato a lo francés: primero filtró lo mucho que cobraba Rato -y cobraría, en forma de pensión- y luego aprovechó la campaña para subirse el salario y pensión mucho más de lo vigente con Rato.
Ahora bien, aunque el socialista galo lo diga con gozo, lo dice bien. España es la campeona del paro entre los 27 países de la Unión Europea; permanece en recesión mientras los demás cultivan brotes verdes y vislumbran salidas del túnel y, sobre todo, tienen más esperanza. Si para algo ha servido la pavorosa crisis económica actual es para que en Francia, Alemania, Japón, Estados Unidos o Reino Unido, los pueblos se hayan unido ante la penuria común. En España seguimos a vueltas con el Estatut y la financiación autonómica. Sorprendente, por ejemplo, que las campañas alemana o portuguesa se hayan realizado sin apenas acusaciones de corrupción entre los partidos ni juego sucio judicial o policial. Lo mismo ha ocurrido en Italia o Francia (el caso Villepin no es más que una vista oral que viene del pasado).
Ahora bien, una cosa es que lo peor de la crisis esté en España, sobre todo por la impericia gubernamental y por la España cainita.
Dicho esto, monsieur Dominique está mintiendo. La recesión no ha terminado, porque algo termina cuando se anulan las causas que lo provocan, y la especulación, causa de la actual crisis, de origen financiero, no sólo no ha disminuido sino que muestran brotes no ya verdes, sino extraordinariamente frondosos. Lo que ocurre es que, para pagar a los especuladores (perdón, los hacedores de actividades bancarias socialmente inútiles) y el mal que han provocado en el ahorro de las familias en todo el mundo, hemos endeudado a la humanidad para un par de generaciones, una gente que verá mermada su libertad frente al Estado, que cada vez reclamará más impuestos. Esta crisis se ha resuelto con un verdadero ataque contra las clases medias y contra la propiedad, especialmente contra los pequeños propietarios.
En segundo lugar, la recesión no termina porque no bajemos más, lo que ocurre es que la economía se mide en porcentajes, en evolución, es decir en términos relativos, y como habíamos tocado fondo, ya solo podíamos subir o, al menos, estancarnos en el fondo del pozo.
Tercero: lo que ha hecho la gente es volverse más austera, apretarse el cinturón. ¿Eso es salir de la crisis? No, eso es acostumbrarse a vivir con una crisis permanente.
En resumen, dice la verdad Dominique cuando habla de España en términos comparativos, y lo dice con mala leche y profundo gozo, pero miente, juega con las palabras, cuando asegura que la recesión mundial ha terminado. Yo también quisiera decirlo pero no me gusta mentir.
Eulogio López
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