- Los mercados -es decir, los rentistas- no creen eso: piensan que todavía debía golpear más fuerte a los españoles.
- Desde Hispanoamérica, el presidente del Gobierno se defiende.
- Mientras, De Guindos busca en Europa la manguera del BCE, con Italia como enemigo.
- El Ejecutivo, en busca de apoyos por el mundo cuando lo que necesita es el apoyo interno. Además, las palmaditas no cuestan dinero.
Es un hecho que el Gobierno presidido por Mariano Rajoy (en la imagen) es el que más reformas ha llevado a cabo en menos tiempo. Por lo menos, desde la llegada de la democracia. También es un hecho que nunca antes habíamos vivido una situación como la actual, tan pendientes, entre otras cosas, de los mercados, la prima de riesgo, etc.
En este entorno, el mundo económico está convencido de que el Ejecutivo español no tiene un plan bien definido para sacarnos del atolladero, y toma medidas como reacción a los distintos indicadores económicos. Así, por ejemplo, tras la presentación de los Presupuestos para 2012, la prima de riesgo y la rentabilidad del bono a 10 años subieron a niveles de diciembre pasado. El Gobierno Rajoy, entonces, anunció más ajustes en sanidad y educación.
Pero los mercados, es decir, los rentistas, no creen que improvise. Por el contrario, piensan que las medidas -las más austeras de la democracia- no son suficientes, y que el Ejecutivo debe ajustar aún más las tuercas a los sufridos contribuyentes.
Así las cosas, y como no podía ser de otra manera, el presidente del Gobierno ha negado que esté improvisando. Es más, desde Iberoamérica ha asegurado que las medidas adicionales en sanidad y educación responden a un plan perfectamente trazado, por lo menos de aquí hasta el verano.
Mientras tanto, el ministro de Economía, Luis de Guindos, está de gira por Europa, vendiendo las bondades de los ajustes y, sobre todo, buscando la manguera del Banco Central Europeo (BCE), que tanta tranquilidad proporcionó con sus dos emisiones de liquidez. Claro, que enfrente tiene a un Mario Monti -primer ministro italiano- que no está por la labor y hace lo posible para que el BCE no abra el chorro.
En definitiva, estamos ante un Gobierno que busca y rebusca apoyos en el exterior, pero no lo hace -por lo menos con la misma intensidad- en el interior que es, en definitiva, donde esos apoyos se hacen más necesarios. Además, las palmaditas no cuestan dinero.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com