Tiene algo del genio femenino del que hablaba Juan Pablo II, esa nota distintiva de las mujeres que buscan el consenso, pero sin renunciar a los principios.
El artículo viene refrendado por la firma de tres profesoras del ICADE -facultad de Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pontificia Comillas, que está dirigida por la Compañía de Jesús- y fue publicado en ABC. Asunto tratado: la ley Aído sobre el aborto, que entró en vigor el pasado julio y que ahora se pretende potenciar con las declaraciones de la ministra de Sanidad, Leire Pajín, quien asegura que con la nueva norma continuará el descenso de abortos en España conseguido en 2009. Es mentira, claro, pero tampoco es noticia que la ministra Pajín mienta.
Además, ahora lo que más me interesa es resaltar una cuestión clave del artículo. Dicen las autoras: En esta regulación late una concepción del hijo como propiedad, similar al típico discurso del machista maltratador: los hijos son suyos o de nadie.
En efecto, el sentido de propiedad respecto a un ser humano supone un asunto muy feo, muy triste, y una de las claves de todo el feminismo defensor del aborto. Nosotras parimos, nosotras decidimos, aunque deciden asesinar a un ser no autónomo, pero sí individual.
Toda la perversión de amor, que es entrega, consiste en esto: en convertir la donación en posesión, carril de sentido inverso. Por cierto, si los hijos son propiedad de las madres, ¿Qué papel queda para el padre?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com
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El niño no es propiedad de la madre
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