Por el momento, no se habla de gasear a los obreros, porque esos son métodos periclitados, pero basta con explotarlos un poquito.
Es posible que en tiempos de crisis económica profunda, los españoles estén dispuestos a trabajar más, pero no a reducir el salario, por la sencilla razón de que el salario medio español es menos de la mitad del británico y del holandés y poco más de la mitad del alemán. Y encima, con un esfuerzo fiscal superior a la media europea (esfuerzo, no presión) y con unos impuestos laborales en la parte alta de la tabla de los países que componen la eurozona.
Aumentar el horario laboral tampoco es una buena idea en España, porque el español trabaja muchas horas: otra cosa es que no le luzca.
Pero es que, además de la injusticia que supone reducir los salarios a los españoles, el método no funciona. Si pagas poco estás reduciendo el consumo y si reduces el consumo venderás menos y producirás menos, lo que significará el cierre de empresas y más desempleo: malo para empresarios, malo para autónomos, malo para obreros.
Cierto que en una economía globalizada tienes que competir, también en salarios, pero eso no se debe proponer en una economía como la española... donde se cobra poco. De hecho, mucho mejor que bajar salarios es bajar impuestos y que la sociedad vaya copando el papel del Estado, es decir, aumentar el poder de los ciudadanos y reducir el de los gobiernos.
Por otra parte, países como China, India, México o brasil, que compiten en el mercado global con salarios de miseria, se topan con la dura realidad: sus economías son cada vez más potentes y sus trabajadores cada vez más débiles, condenados a emigrar. Si la globalización económica consiste en aumentar la competitividad reduciendo los salarios, mejor reeditamos toda la ciencia económica o volvemos al proteccionismo.
Hasta el mismísimo González Páramo, miembro del Comité de Dirección del BCE, por tanto, adicto a las píldoras amargas, prefiere mejorar la productividad con un uso más eficiente de la tecnología.
Bajar salarios es malo para los españoles y malo para la economía española, salvo que se aplique el método Marsans: despedimos a todos los trabajadores y cerramos la empresa. Ha que reconocer que, de este modo, los gastos se reducen considerablemente. Lo malo es que también se reducen los ingresos. Ambos en la misma proporción: a cero.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com