Quizás lo más grave que está sucediendo en el mundo sea la manipulación de embriones humanos. Quizás la teoría más peligrosa que recorre los cerebros de la humanidad actual sea la demencia de muchos científicos empeñados en justificar esas aberraciones, empecinados en ser como dioses y obsesionados por disfrazar la masacre de embriones como una actividad moral y humanista.

 

La cosa empieza con la confusión terminológica. Por ejemplo, se comienza a hablar de pre-embriones, aunque nadie sea capaz de distinguir entre pre-embrión y embrión y entre embrión y feto, y entre feto y adulto, salvo como distintas etapas de un único desarrollo. Es igual, lo de pre-embriones quita mucha culpabilidad al asunto: ¿Dónde va a comparar la manipulación de embriones con la mera manipulación de pre-embriones?

 

En segundo lugar, llega el tópico, el tópico terapéutico. Un importante ejecutivo español de banca me decía recientemente: "Pero Eulogio, todo eso de lo que hablas, la manipulación de embriones, no puede estar mal. A fin de cuentas, es para curar enfermedades".

 

Al mismo gremio bancario pertenece otro directivo que me comenta: "Pero sólo son grupos de células ¿verdad?"

 

Insisto, hablamos de dos hombres cultos, modernos, políglotas, acostumbrados a moverse en ambientes financieros, de derechas, naturalmente.

 

Sin embargo, en materia de manipulación genética, hay que empezar por las primeras letras: con la manipulación de embriones y con la fecundación in vitro (FIV) se ha matado a muchos seres humanos y no se ha curado a ninguno. Con la utilización de células madre adultas sí. Por tanto, hay alternativas… y muchos científicos  están mintiendo por vanidad. En segundo lugar: donde hay genoma humano hay ser humano. No son un conjunto de células (otra de las estafas) sino un ser humano con un código determinado. En el peor de los casos, puede haber dos seres humanos, pero dos suelen valer el doble que uno.

 

La manipulación genética de embriones y la fecundación artificial están matando gente y no están curando a nadie. Están engañando a toda una sociedad.  Por eso es tan grave.

 

A partir de ahí: estafa y mentira, hemos caído en el nazismo genético. Y el nazismo, no lo olvidemos es, además, hortera.

 

Por ejemplo, reparen en la carta que el sesudo investigador del lnstituto Valenciano de Infertilidad (esta institución es de las buenas, porque ha sido animada por el Partido Popular), Carlos Simón, ha enviado a su colega y, sin embargo, enemigo, Gonzalo Herranz. Al parecer, Herranz, de la Universidad de Navarra, criticó la derivación de las dos primeras líneas de células embrionarias por no haberse respetado los códigos científicos prefijados. Todo ello en el Diario Médico, del grupo Recoletos, que ha mantenido en este punto central para la humanidad la exquisita neutralidad de quien ofrece cinco minutos a los nazis y cinco a los judíos, por aquello de la objetividad periodística.

 

Pero bueno, como iba diciendo, Carlos Simón (prestigioso científico, por si se me olvida mencionarlo) arremete contra Herranz y entra en polémica sobre el respeto a las prácticas, códigos y protocolos científicos al uso. Les ahorro esta parte del debate porque resulta tan tediosa como ustedes sospechan.

 

No, de lo que Simón acusa a Herranz, además de la muerte de Manolete, es de eso que ustedes estaban pensando: "En este caso, el autor de la Universidad de Navarra declara honestamente su sesgo en su conflicto de intereses; se opone a la investigación con células madre".

 

¿Comprenden? Esto es muy científico: el que se opone a que destrocen seres humanos está "sesgado". Sin embargo, el que los trocea no: ése es el acabose de la objetividad y se rige por principios científicos. Lo del sesgo comienza a ser algo parecido al talante en política: un concepto móvil, dependiendo de a quién se aplique.

 

Más horteradas del prestigioso científico, dirigidas a su oponente: "Al igual que la de cualquier persona, su opinión es digna de respeto, y desde luego, nadie le va a obligar a ser tratado con células madre embrionarias si no lo desea". ¡Qué detallazo!  Recuerda el famoso argumento de la esclavitud: yo estoy contra la esclavitud pero no puedo permitir que otros, en legítimo uso de su libertad, tengan esclavos.

 

Más: Simón se defiende de las acusaciones de Herranz con la siguiente, y curiosísima, afirmación: "Para poder derivar líneas celulares embrionarias humanas de la forma más eficiente posible, es decir con el menor uso de embriones…". Y dígame mister Simón: ¿Por qué es más eficiente, entiendo que quiere decir más ético, utilizar cuantos menos embriones mejor? ¿No habíamos quedado en que no estamos destripando a un ser humano? A ver si nos aclaramos: O el embrión es una persona o no lo es. Si lo es, y últimamente es la ciencia empírica, que no la moral, la más empeñada en demostrarlo, ¿por qué intentar utilizar el menor número posible de ellos?

 

Concluye Simón: "Toda verdad pasa por tres etapas: primera, es ridiculizada, segunda, es violentamente opuesta y tercera, es finalmente aceptada por ser autoevidente" (Arthur Schopenhauer 1788-1860). Aparte de ser una horterada citar a un señor como Schopenhauer, especialista en denigrar a Hegel por el procedimiento de tergiversar las tesis del criticado y luego criticar las tergiversaciones, resulta un poco difícil aceptar algo por "autoevidente"·. Si es evidente no es auto. ¿Es evidente que un embrión es una persona? ¿De verdad?
Y como siempre, el hortera termina en la cursilería más atroz: "El autor del presente artículo, que profesa un respeto absoluto por la vida humana, creando vida cada día mediante técnicas de reproducción asistida para llenar la vida de parejas infértiles, está convencido de que la utilización apropiada de la vida celular contenida en el embrión humano es un bien que nos ha sido concedido para curar a una humanidad doliente".

 

Lo de la humanidad doliente es demasiado para este viejo corazón. Oye, Simón, prenda: tu no has curado a nadie, ni el embrión es un "bien", sino una persona, ni nadie te ha concedido los embriones, de la misma manera que nadie puede regalarte personas, sino cosas, y para ofrecer un hijo a una pareja infértil te has cargado a otros muchos niños de esa misma pareja (que como no los han visto ni palpado miran hacia otro lado), y tú no eres un defensor de la vida humana, tú lo que eres es más hortera que bailar la música del telediario, más cursi que un repollo con lazo, pero, sobre todo, eres un tipo muy peligroso que con una bata blanca y todo respetabilidad estás resucitando el nazismo, la genética nazi, en la que tú decides quién vive y quién muere, con la ventaja de que hubo sobrevivientes de los campos de exterminio, pero calculo que no habrá muchos supervivientes de tus laboratorios. Esto es genética nazi, y muy hortera.

 

Eulogio López