Sr. Director:

Mucho odio debe rezumar el corazón de quien sólo tiene memoria para uno de los abuelos muertos. Mucho odio para no recordar en público al otro abuelo, según dicen prestigioso pediatra fusilado en la zona roja. Y mucha miseria para comparar el vil crimen terrorista que siega las piernas de una niña con el fusilamiento de un militar tras un consejo de guerra en tiempo de guerra.

Parece mentira que las ansias infinitas de paz se traduzcan en el mezquino desprecio a los muertos, incluso a los propios. Porque supongo que el otro abuelo del señor Rodríguez Zapatero, fusilado por los rojos, también se merecerá un cariñoso recuerdo. ¿O no?

María Antonia Rueda

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