Unas críticas que han permitido reposicionarse a un José Bono que va sobrado y que no olvida sus aspiraciones presidenciales. Cuando me quedé a 8 votos de Zapatero les dije que no era mi mejor día, reconocía recientemente el ministro de Defensa, que sin embargo, apuntaba que a la vuelta de la esquina le esperaban su mujer y sus hijas, que estaba satisfecho siendo ministro de Defensa, que confiaba en Zapatero a quien guardaba lealtad y que mientras tanto, seguiría al pie del cañón. Nunca mejor dicho.
Pero las maneras sobradas de Bono apuntaban a toda una estrategia que él niega, pero que existe. Con José Bono estas cosas no ocurrirían, dicen destacados dirigentes socialistas. A esta presión se suma ahora la familia de Zapatero que le pide que dimita y ceda el puesto a su ministro de Defensa. Al menos eso es lo que le ha pedido su padre. Está por ver si el presidente escuchará la voz de su progenitor o vengara la muerte de su abuelo.