Había una vez un país en el que un diario muy influyente defendió la conveniencia de la recogida de firmas para forzar el referéndum sobre el ingreso de España en la OTAN. Ya saben, OTAN, de entrada, no. Se lamentaba entonces de que la Constitución hubiera cercenado la posibilidad de la iniciativa legislativa popular a proyectos que no afectarán leyes orgánicas.
En dicho periódico consideraban que el ingreso de la OTAN es un hecho tan relevante porque rompía la línea tradicional de la política exterior española. Por esa razón valoraron como una buena idea someter el proyecto a referéndum. Entonces criticaban que se considerase a la sociedad madura para elegir a los diputados de UCD, pero infantil para decidir sobre una cuestión trascendental. Ellos no cuestionaban la legitimidad de las urnas, ni el Gobierno constituido ni las decisiones gubernamentales.
Y para seguir con su coherencia en el pensamiento, los populares resultan francotiradores de la política y se encuentran apegados a la política de la cacerola. Y todo ello porque no se le ha ocurrido otra cosa que recoger firmas para proponer un referéndum sobre una cuestión trascendental que quiebra nuestro sistema territorial. Y es que, siguiendo con la misma coherencia de El País, el gobierno debe de pensar que somos muy maduros para votar socialista, pero debemos de ser infantiles para tomar una decisión sobre el Estatut. Lean la defensa de aquel referéndum en El País