Sr. Director:
La próxima semana, el Papa aterrizará en Ankara para comenzar su quinto Viaje Apostólico. Este viaje ha causado un interés inusitado en los medios de comunicación. Más interés que cualquiera de sus visitas anteriores, más interés que muchos viajes de su predecesor, Juan Pablo II. Sin duda las desproporcionadas reacciones del mundo musulmán a las palabras de Benedicto XVI en Ratisbona y las aisladas manifestaciones contra la visita por parte de algunos integristas islámicos aumentan el interés de una visita por sí misma muy importante.
En primer lugar está en juego el diálogo ecuménico. Recordemos que la visita pastoral nació tras la invitación del Patriarca de Constantinopla Bartolomé I. El 24 de abril de 2005 el recién elegido Benedicto XVI recibió una delegación del Patriarca, donde le invitaba a visitar su sede con motivo de la fiesta del Santo Patrono, san Andrés, que se celebra el 30 de noviembre. Si el Gobierno turco hubiera aceptado inmediatamente, la visita se habría efectuado el mismo año 2005.
Benedicto XVI ha afirmado el compromiso ecuménico como a favor de la unidad de los cristianos como irreversible. Este compromiso que ha ido tomando prioridad en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II y la futura visita, coinciden con un período tenso dentro del diálogo ecuménico. El diálogo ha quedado estancado desde la reunión de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico católico-ortodoxo celebrada en el año 2000 en Baltimore (Estados Unidos) a causa de las disputas en torno a los uniatas (término con el que se conoce a los que siguen el rito ortodoxo, pero en plena comunión con Roma). Las posiciones que sostenían ambas partes eran inconciliables.
El nuevo Papa quiso recomenzar el diálogo teológico y por fin se tuvo otra reunión de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico católico-ortodoxo en Belgrado, del 18 al 25 de septiembre de 2005 donde nuevas dificultades se hicieron presentes. Esta vez surgieron diferencias entre el patriarcado de Moscú y de Constantinopla por la cuestión del primado. Este enfrentamiento afectaba las relaciones entre los dos máximos patriarcados ortodoxos, pero también entre ellos con Roma. El cardenal alemán Walter Kasper, presidente el Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso dejo claro que debe llegarse «a una solución de las diferencias existentes a nivel ortodoxo. Si la cuestión quedara abierta, provocaría, de hecho, una permanente dificultad para el diálogo católico-ortodoxo» Así la visita del Papa al Patriarca constantinopolitano podría ayudar significativamente a la descongelación de estas relaciones. Según han informado fuentes vaticanas, ambos líderes firmarán una declaración conjunta sobre el ecumenismo.
Este viaje asume una importancia decisiva en estos momentos en que el choque de civilizaciones previsto por Samuel Huntington es más que una teoría, es una realidad que se ve en las calles de muchas ciudades europeas. ¿Qué dirá el Papa al respecto en un país de 70 millones de habitantes donde el 99% son musulmanes? Está previsto un encuentro del Papa con el gran muftí, Alí Bardokoglu, quien fue una de las voces más críticas que se alzaron en el mundo musulmán tras el tristemente tergiversado discurso de Ratisbona. El Papa seguirá hablando de la necesidad del diálogo y la paz entre los hombres, hijos todos de un mismo Dios. Ya lo ha auspiciado en numerosas alocuciones, como las aclaraciones hechas tras el mencionado discurso y las felicitaciones dirigidas al mundo musulmán tras el fin del Ramadán. El Papa tratará de poner los cimientos sobre los que se pueda seguir construyendo un diálogo fructuoso, sólido y serio entre cristianos y creyentes del Islam.
Otro aspecto de gran importancia es el empuje que puede dar el Papa a la libertad religiosa. Turquía es un país fundamentalmente laico, pero ahí la comunidad cristiana sufre. Representa el 0.15% de la población y vive en una situación de marginación social. Muchas iglesias han sido abandonadas o convertidas en museos, mezquitas, escuelas o bibliotecas. La seguridad de los sacerdotes no está garantizada: los pocos obispos ahí presentes tienen que estar custodiados por una escolta personal y aún tenemos en la mente la muerte del P. Andrea Santoro, sacerdote italiano asesinado por un joven extremista.
La visita del Papa se enmarca en las negociaciones de Turquía con la Unión Europea en vistas a su futuro ingreso. Uno de los factores exigidos a Turquía ha sido mejorar en temas de libertad religiosa y tolerancia. Benedicto XVI irá para alentar a la pequeña comunidad cristiana, para decirles que no están solos, pero también para recordar a los respectivos líderes políticos y religiosos la necesidad de una reciprocidad en el trato a las minorías religiosas. En Europa son respetados los creyentes en Alá; del mismo modo, debe respetarse la fe de los cristianos presentes en países de mayoría musulmana.
Benedicto XVI se está mostrando un Papa fuera de los esquemas en los que intentaban encasillarlo los medios de comunicación. Es un Papa con una gran sabiduría y un privilegiado conocedor de la realidad religiosa. Creo que nos llevaremos una grata sorpresa de lo que será capaz de hacer en Turquía.
Rodrigo Martínez Murillo
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