El primer día de mayo, mes dedicado a María y domingo de Pascua de la Divina Misericordia ha sido el día escogido para la beatificación de Juan Pablo II.
Y, es que la vida de Karol Wojtyla siempre estuvo marcada y guiada por el amor incondicional a la Madre de Dios. También su marcha al cielo fue a punto de concluir aquel primer sábado de mes, día consagrado al Corazón de María y adentrados ya en la solemnidad de la Divina Misericordia, festividad que fue instituida por el mismo, en el segundo domingo de Pascua. El clamor universal expresado desde el instante de su muerte ha comenzado a hacerse realidad.
Dice el Evangelio que por sus frutos les conoceréis; nosotros pudiéramos añadir que por sus frutos les reconoceremos. La frase se refiere a los testigos del encuentro con Jesucristo y nosotros, hoy, la atribuimos a Juan Pablo II, testigo privilegiado del encuentro de Cristo con el hombre en la historia. Son muchas las personas que gracias a la transparencia de Evangelio que fue la vida de este siervo de Dios han conocido la fe y se han encontrado con una razón purificada de egoísmos y de violencias.
Según unas encuestas fue el Papa líder internacional más valorado. Si, ese Papa líder más importante y querido del mundo derrochaba alegría hasta cuando el dolor lo doblaba; condenó el terrorismo, todos los terrorismos, y se mostraba al lado de las víctimas, de todas las víctimas, porque para él no había acepción de personas. Un líder, un héroe, un testigo, un padre, eso fue Juan Pablo II.
Elena Baeza