Una y otra vez insiste
Benedicto XVI, como ya lo hiciera su antecesor, en que los ataques a la familia y a la vida no pueden aceptarse. Aborto, eutanasia y matrimonio homosexual han sido objeto otra vez de los comentarios del Pontífice el pasado sábado 24, en este caos con una apelación a los católicos para que resistan estas prácticas que no por extendidas son mejores. Hoy, la cultura de la muerte se ceba especialmente en el área iberoamericana. Así, tras el referéndum sobre le aborto en Portugal, ahora el presidente Sócrates y los socialistas lusos pretenden introducir el homomonio en el país. En definitiva,
Benedicto XVI vuelve a apelar ala coheencia. No se puede ser católico y no ya aprobar le aborto o el gaymonio, sino –este es le mensaje papal- tampoco se puede permanecer callado ante estas aberraciones.
Elevar la sodomía categoría de matrimonio levanta ampollas en muchos países: en el Reino Unido ya se permite adoptar niños a los gays, mientras los tribunales franceses se niegan en redondo. En la Argentina,
Kirchner sigue la misma hoja de ruta que
Zapatero aunque de forma más lenta, pues ha topado con una mayor contestación social. Está claro que las palabras del Papa resultan pertinentes.