La festividad de san Joaquín y santa Ana me hace pensar en la importancia de los abuelos. Cada vez es más frecuente ver abuelos llevando el cochecito de sus nietos y abuelas que esperan a la salida de los colegios. El nuevo rol de los abuelos es consecuencia también de los cambios en la estructura familiar y de los difíciles horarios de trabajo de los hijos.
A nadie se le escapa que, hoy en día, la labor que desempeñan los abuelos ha adquirido una especial relevancia dado que, en muchos casos, los padres no son capaces de asegurar una adecuada presencia junto a los hijos, en la edad del crecimiento. Su ayuda, por tanto es esencialmente valiosa para los matrimonios que necesitan dos sueldos. En este caso, los abuelos con su cariño y testimonio les están enseñando los valores que no pasan, que no cambian, que sirven para todos, que son universales. Lo que es la buena educación, los buenos modales, el respeto a todos, hablarles de todas las virtudes humanas para que de mayores puedan hacer una sociedad más justa, más solidaria, menos egoísta y ambiciosa. Los abuelos son mucho más que una buena guardería, son un eficaz complemento de la tarea educativa de los padres. La asignatura que imparten los abuelos no se enseña en ningún otro sitio.
Además, la crisis está poniendo de manifiesto que son los abuelos también quienes están contribuyendo con su generosidad a reforzar los lazos familiares y a articular verdaderas redes de apoyo y de ayuda mutua entre los miembros de la familia. ¡Los abuelos dan mucho y no exigen nada!
Pilar Mariscal