Mantener la castidad, con la abstinencia sexual y con gran fidelidad al compromiso adquirido con los esponsales, es la única forma efectiva de no contraer la infección del virus de la agonía. Estigma que azota a toda la sociedad, pero principalmente a los jóvenes. Esto sucede por la ausencia de normas de vida sexual, que han existido siempre y gracias a las cuales, los hombres se han comportado de forma humana. Técnicamente se ha comprobado que la goma del preservativo, tiene poros mucho más grandes de diámetro, 5 micras, que el virus del sida que tiene 0,1 micras, 50 veces mas pequeño que los poros del condón.
Las campañas publicitarias para el uso del preservativo, de los anticonceptivos y de los abortivos, han originado el aumento de la promiscuidad entre los jóvenes provocando embarazos no deseados entre las adolescentes y contaminando el virus del sida, pandemia de la muerte, ya que se ha adelantado la edad en la que los jóvenes tienen las primeras relaciones carnales. Además, el empleo del profiláctico, va en contra de la vida de un potencial ser humano que tiene todo el derecho a la vida, desde el momento de su concepción hasta la muerte natural.
Los arranques básicos para la acción congruente del cristiano en la vida han sido calificados de "no negociables" por Benedicto XVI: "El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas".
Clemente Ferrer Roselló
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