Insisto: no me da miedo lo que los políticos pretenden juzgar -bueno, un pelín-, me da mucho más miedo que los jueces quieran hacer política. No temo a la politización de la justicia, lo que temo es que los jueces ejerzan esa politización.
Los sacerdotes, los médicos, los periodistas, tienen que ganarse su influencia y la confianza de la gente en mantenerla. No pueden imponerla. Poseen influencia, pero no poder. Los políticos se las ganan en las urnas. Y están obligados a pasar reválida cada cuatro años. Incluso una vez ganada o reválida, tienen que pactar con otros poderes. Pero, ¿los jueces Los jueces no pactan con nadie, ni tan siquiera con su conciencia, dado que aplican la ley, sea justa o injusta. Es decir, aplican la ley según su leal saber y entender, cuando no según sus propios prejuicios, y si alguien se atreve a cuestionarles chillan que están atentado contra su independencia.
Es más, el Estado de Derecho no es aquel en el que todos son iguales ante la ley sino lo que dictaminan los jueces que es legal o ilegal.
Digo: tres de las cuatro asociaciones de jueces, menos la más nítida de ellas, la Asociación Profesional de la Magistratura, amenazan con boicotear la ley Gallardón de reforma de la justicia. Ojo, ya no es que apliquen la ley cuando les viene en gana, es que simplemente la impugnan. Es, como diría Joaquín Leguina, como si el cura del pueblo fuera el dueño del 'puticlub' o como si la Guardia Civil se dedicara al narcotráfico.
El problema de España no son los políticos -en su mayoría gente bastante superficial-. El peligro son los jueces que boicotean la ley. Para echarse a temblar.
Eulogio López
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