No ocurre lo mismo con el impuesto sobre hidrocarburos. Además, más céntimos sanitarios con el barril en los 70 dólares parece cosa de locos.
Respecto al tabaco y el alcohol, especialmente el primero, la verdad es que estamos ya en la esquilmación. El ambiente puritano, de culto al cuerpo y miedo a la muerte, que reina en España, ayuda a subir el precio del tabaco y el alcohol pero todo tiene un límite. Por cierto, por alcohol se entienden las bebidas destiladas, no las fermentadas. Fiscalmente, el vino y la cerveza o la sidra son alimentos, no bebidas alcohólicas. Pero el Gobierno Zapatero es tan puritano que sería muy capaz de dar un paso ante el que tiembla un sector alimentario de lo más pujante.
En cualquier caso, como siempre, el Partido Popular de Mariano Rajoy no ha sabido plantear una alternativa a los impuestos indirectos para paliar el déficit sanitario. La alternativa de un partido de derechas es, naturalmente, reducir el gasto sanitario.