Lo había dicho este lunes Mariano Rajoy: hay que enviar una señal de buena voluntad para avanzar en el Pacto Energético. Y la línea roja era Garoña. El Gobierno obligó a la central a realizar inversiones millonarias de cara a su renovación. El Consejo de Seguridad Nuclear dictaminó favorablemente a su continuidad. Pero héte aquí que el Gobierno -arbitrariamente, no discrecionalmente- resuelve el cierre. ¿Qué les ha llevado a despegarse del criterio del CSN? No hay respuesta: El Consejo emite un informe con criterios técnicos, pero esta es una decisión política, señaló Sebastián.
La señal enviada al mercado estaba clara: aquí se hace lo que le peta al presidente del Gobierno, tenga razones técnicas o no. El Pacto de Estado debe planificar hacia el futuro, pero también enviar una señal al mercado de mea culpa. Por aquello de la seguridad jurídica y de parecer que somos un país serio. El test: la marcha atrás de Garoña.
Pero no. De la Vega considera que son condiciones radicales. Y en la mañana de este martes, el secretario de Estado de Energía, Pedro Marín señala que el acuerdo del cierre de Garoña es una decisión del pasado y que ahora debemos de buscar un pacto mirando el futuro. Añade que Garoña era la única central con 40 años y que además es muy pequeña, apenas un 6% del conjunto nuclear y un 0,22% del consumo eléctrico. No distorsiona nada ni afecta a la seguridad en el suministro ni es esencial para nuestra producción, concluye.
Es más, Marín considera que si queremos pacto necesitamos más flexibilidad y mirar hacia delante sin líneas rojas y sin centrarse en decisiones que ya han sido adoptadas. En resumen: no habrá marcha atrás. A pesar de que el pacto es calificado como muy importante. Sin duda es más importante el orgullo presidencial.
Además, Marín considera que no es el momento adecuado para el debate nuclear porque actualmente tenemos un 30% de exceso de capacidad respecto a nuestra demanda punta. La causa, por supuesto, los 20.000 megavatios en ciclos combinados, los 20.000 de eólica y los 4.000 de solar. Además, España es el 5º país en potencia instalada nuclear, muy por encima de los países que se lo están planteando y puede tener necesidades de diversificación diferentes a las nuestras, añade Marín. Por último, el secretario de Estado de Energía añade que la nuclear es poco gestionable e incorpora elevados costes de almacenamiento. Conclusión: debatamos lo que queramos, pero no va a haber más nucleares en España.
Con estos mimbres, todo apunta a que no habrá pacto. Fuentes populares señalan a Hispanidad que el tema de Garoña era esencial como test de que la voluntad del Gobierno era firme. Probar si de verdad iban en serio. Sin Garoña, no hay acuerdo porque no hay voluntad. Así que todo parece apuntar a que el pacto energético acabará como el educativo: como el rosario de la aurora. ¿Culpable? Quien trata de imponer posiciones irracionales sin voluntad de consenso sino de foto.
Así que Marín ya deja caer que empezarán a buscar acuerdos con otros grupos políticos. De nuevo, lo de siempre: cordón sanitario y estrategia de aislar al PP. Hasta que el cuerpo aguante.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com