- La caza del hombre contra el presidente del Consejo General del Poder Judicial incluye calumnias sobre su vida privada y sobre su guardaespaldas.
- Rubalcaba anhela su primer éxito ante el Gobierno a costa de forzar la dimisión de Dívar (aunque fue nombrado por Zapatero).
- El líder del PSOE ha movilizado sus dos grandes armas: RTVE y El País para desacreditar a la cuarta autoridad del país
- Ni la Fiscalía vio delito ni el Tribunal Supremo pero no importa: se trata de que Dívar tire la toalla.
Hasta donde alcanza la memoria periodística nunca, en todo el periodo democrático, se había organizado una caza del hombre, con campaña de calumnias incluida, al máximo nivel y con la máxima saña, como la decretada contra el presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Dívar (en la imagen), empeñado en no ocultar sus convicciones católicas.
En las primeras horas de la tarde del viernes, Soraya Sáenz de Santamaría renunciaba, una vez más, a apoyar a quien se ha convertido en enemigo a batir por toda la progresía, tanto de izquierdas como de derechas. Curioso, porque Dívar, fue entronizado por el Gobierno Zapatero quien, a pesar de conocer su ideario, quiso dar una muestra de apertura. Sabía que tenía asegurada la mayoría en el órgano de los jueces y lo demás no le importaba.
Cuando el Tribunal Supremo, por amplía mayoría (11 sobre 15) dictaminó que no había delito -tras haberlo hecho el fiscal- el telediario más visto de España (servicios informativos controlados por el gran manipulador, Alfredo Pérez Rubalcaba) de la siguiente guisa: Los jueces del Supremo han absuelto a su presidente...".
El otro arma de Rubalcaba es el grupo PRISA, a quien los bancos y Telefónica han vuelto a salvar de la quiebra en una vergonzosa operación financiera a la que no podría acceder ninguna familia o empresa española. El País se ha ensañado con Dívar dando carta de naturaleza al denunciante Gómez Benítez, que es quien debería presentar su dimisión.
Y luego, por pura casualidad, a través de Internet se han superado todas las marcas, publicitando la calumnia de que Dívar tenía una aventura con uno de sus guardaespaldas, es decir, que era homosexual, lo que es, simplemente, falso. Por pura casualidad resulta que ese guardaespaldas es también un cristiano de misa diaria, que acompaña a Dívar cuando acude a la Eucaristía. Como mucho, podría habérsele acusado de acudir a la Eucaristía en horas de trabajo, aunque supongo que mataba dos pájaros de un tiro, porque otros guardaespaldas del Ministerio del Interior permanecen a la entrada del templo para vigilar.
Es igual, Rubalcaba necesita su primer triunfo frente a Rajoy como líder de la oposición. Necesita que Dívar se canse y tire la toalla, que dimita. El interesado no quiere hacerlo, porque sabe que, con la campaña de calumnias desatada contra él se confirmaría en la mente de la mayoría si presentará la dimisión.
El linchamiento de Dívar no ha terminado. Y con la actitud cobardona del Gobierno Rajoy el asunto se está inflando.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com