El presidente de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), Carlos Bustelo, consideró escasa la sanción de entre 800 y 1.100 millones de euros (más intereses) impuesta el 20 de julio por el Ejecutivo comunitario a France Telecom. Bruselas entiende que las ayudas recibidas por la teleoperadora gala entre 1994 y 2002 son ayudas de Estado incompatibles con la legislación comunitaria en materia de competencia.
Nunca es tarde si la dicha es buena. Aunque la sanción impuesta por Bruselas resulta bastante nimia si tenemos en cuenta que París acordó realizar una ampliación de capital e inyectar 9.000 millones de euros en la operadora vecina. Por eso el presidente de la CMT, Carlos Bustelo, considera que la sanción impuesta es bastante escasa. No opina lo mismo en cambio el recién nombrado vicepresidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal Quadras, quien valora el efecto pedagógico de la sanción y la "mala imagen de que un país como Francia sea sancionado por Bruselas".
El problema es fundamentalmente de simetría. Bruselas dio luz verde al apoyo financiero del estado francés a Alstom. Sin embargo, ha metido todos los palos en la rueda que ha podido en cuanto a las ayudas españolas. Los astilleros de Izar están hoy en situación de "quiebra técnica" según las declaraciones del ministro de Economía, Pedro Solbes. Y lo están porque el ejecutivo comunitario ha conminado a la compañía a devolver todas las ayudas recibidas (no una novena parte), lo que afecta gravemente la viabilidad de la compañía. Tanto afecta, que ya se habla de gestiones de la SEPI con el sector privado para desprenderse de astilleros y adelgazar Izar a las actividades más productivas.
Y esta asimetría es la que enerva los ánimos. La pedagogía está bien. Pero la cuenta de resultados está mejor. Y hoy Izar amenaza con desaparecer, mientras que el proyecto de privatización de France Telecom todavía duerme el sueño del justo Sarkozy.